domingo, 9 de febrero de 2014

CURIOSOS ACCIDENTES

Mucho han cambiado los vehículos desde hace más de 100 años hasta hoy. Sin embargo los accidentes no han cambiado tanto y algunos siniestros del pasado quedaron fotografiados para el recuerdo.
 La estación de Montparnasse se
hizo famosa, el día 22 de octubre de
1895, por el descarrilamiento del tren exprés Granville-París, que superó el dispositivo de protección y frenado de la vía.
La locomotora invadió casi 30 metros de la explanada de la estación, se estrelló contra la gruesa pared exterior y cayó en la plaza de Rennes 10 metros por debajo del nivel de la vía.
Dos de los 131 pasajeros sufrieron lesiones y la única víctima fue una mujer que murió al ser golpeada por la caída de mampostería en la calle.
El accidente fue causado por un defecto en los frenos Westinghouse y también por la excesiva velocidad con la que entró en la estación debido a que los maquinistas estaban tratando de ganar tiempo.
 Un automóvil sufre un accidente y rompe la tubería de conducción de agua, provocando un enorme chorro que se proyecta a más de 10 metros de altura. Boston, 1925.
 Un operario intenta arreglar la bomba de agua de los bomberos accidentada durante un incendio en Boston, en 1919, mientras numerosas personas observan con interés.
 El automóvil invadió la acera y se precipitó por las escaleras de acceso a los locales de los bajos del edificio en un accidente un tanto estrambótico. Boston, 1925.
 Un vehículo de tracción a vapor con el eje trasero roto en Pall Mall, Londres, 1923.
Un camión sufre un accidente en el interior de un edificio equipado como garaje. Atravesó el muro exterior, destrozando las vidrieras, y quedó suspendido sobre el vacío. East Cambridge,
1938.
Esta bella fotografía nos revela claramente que ya en el año 1923 existían verdaderos problemas de tráfico en las ciudades más pobladas. Por ello, los accidentes automovilísticos eran muy comunes y en muchos casos aparatosos por la falta de experiencia de la época. La imagen refleja una congestión de tráfico en el puente de Harvard en Cambridge. Massachusetts, 1923.
Un automóvil se estrella contra un poste de electricidad en un llamativo accidente. Los daños no fueron excesivamente grandes y parece que el conductor salió ileso. Cambridge, 1925.
Una máquina excavadora vuelca al romperse una de las vigas de madera que la sostenían durante la bajada al solar de una obra en Tremont Street, Boston, 1927.
Un furgón de helados de la compañía HP Hood & Sons se deslizó sin control calle abajo por
Beacon Street hasta estrellarse contra la verja de un edificio. Agosto de 1921.
Accidente de tren en Mobile, Alabama, en 1931. El tren que enlazaba Nueva Orleans con
Cincinnati queda en parte suspendido sobre el agua, colgando desde el puente levadizo.
Durante la demolición de Adams House, en mayo de 1931, parte del suelo de madera cede y un camión de la obra se cuela por el enorme socavón que se forma.
El camión de bomberos de Brookline derrapa en las calles cubiertas de escarcha, debido a su excesiva velocidad, cuando acudía para apagar un incendio. Varias ruedas quedan destrozadas al romperse los radios de madera, propios de aquella época. Enero de 1920.
Parte de la fachada de un edificio cercano se derrumba estrepitosamente sobre un automóvil estacionado en la calle que por suerte no estaba ocupado. Boston, 1935.
El camión queda solo sujeto por una rueda al puente en este singular accidente en Boston, en 1934.
La cerca detiene la caída de un automóvil por un terraplén, en Brookline, 1931.
Una pequeña furgoneta de Correos se estrella contra un árbol en Comm. Avenue, Boston, en 1927. Parece que el repartidor vació las sacas de correspondencia para no perturbar el servicio diario de Correos.
Una apisonadora se estrella contra una casa de Dorchester, 1926.

El tranvía arrastra al coche hasta que lo aplasta contra una viga y consigue finalmente frenar. Nada ha trascendido sobre la suerte de sus ocupantes, si los había. Washington Street en Boston, 1932.
Un automóvil cae a la zanja de una obra, por despiste del conductor. Boston, 1935.
Accidente entre dos camiones en una esquina. Chippendale, 1940.
Washington DC, 1921.
El coche chocó contra un muro y cayó por el puente. Virginia, 1923.
El coche cayó desde el puente y quedó encima del canal de aguas pluviales, 1940.
Observando el patrón astillado de los radios se piensa que el coche derrapó hacia un lado,
a causa de la nevada, y probablemente chocó contra la acera que rompió la rueda destrozando los radios. 1917.
Washington DC, 1926.
Colisión entre un tranvía y un camión. Mascot, 1940.
1925 - Henry A. Thayer, jefe de la División de Suministros de la oficina de los veteranos de EE.UU y su hija Lois Virginia Macías, murieron cuando el automóvil sedán en el que viajaban atravesó la barandilla de protección del puente de la avenida Connecticut Klingle de Washington, cayendo 75 metros hasta el arroyo que estaba debajo.
El coche es un Nash 625 de 1924.
Dos hombres se ahogaron y se salvó el conductor, McLennan. En la investigación oficial, los policías declararon que habían olido alcohol en el aliento de McLennan. Aunque McLennan admitió que había tomado "una copa de vino" culpó del accidente al volante que estaba defectuoso. Fue acusado de homicidio involuntario pero al final fue absuelto de todos los cargos. Murió el 7 de julio de
1927 como consecuencia de las heridas sufridas en otro accidente de tráfico cuando su coche chocó con el del detective Arthur T. Fihelly. Una vez más hubo informes de alcohol en su aliento después del accidente, pero la investigación no llegó a la conclusión de que había estado conduciendo bajo la influencia de bebidas alcohólicas.
Desde el año 1910 se prohibe conducir bajo los efectos del alcohol en el estado de Nueva York y pronto otros Estados le siguieron.
En 1938, el límite legal de concentración de alcohol en la sangre era de un 0,15%.
Accidente del Senador Boies Penrose en Washington en 1920. El coche se lleva por delante una farola, un buzón y un poste de teléfonos para llamadas de emergencia. El árbol se libra por los pelos.
Parece que alguien golpeó el parabrisas y como los vidrios de seguridad no se habían inventado todavía y el volante y la columna de dirección eran absolutamente rígidos en aquella época, es bien posible que el accidente haya sido más serio de lo se pueda pensar, según el estado del coche.
Uno de los coches accidentados es un Ford 1932 de Victoria y el otro que está subido a mitad de camino en la acera es un Sedan 1931 Ford Town. Washington, 1932.
La vigilancia del tráfico se hizo más sofisticada en noviembre de 1954, cuando la policía de Sidney introdujo por primera vez equipos de radar para la detección de vehículos a alta velocidad. La fotografía muestra un radar visible en la parte trasera de un coche de policía durante las pruebas en la Universidad de Sydney. Se necesitaban dos agentes para operar el radar y había una pantalla de detección en la parte trasera y un medidor de velocidad de grabación en el interior del coche de la policía. En ese momento, el límite de velocidad en zonas urbanizadas era de 48 km por hora.
La señora Leola N. King, esposa del capitán EH King del cuerpo médico de los Estados Unidos, fue la primera mujer oficial de tránsito en Washington y asumió sus funciones en la esquina de las calles Séptima y K noroeste. Washington fue la primera ciudad en los Estados Unidos en tener un agente de tráfico femenino.
FUENTES : Boston Public Library, Trove y Shorpy.
                                            FIN

EVANGELIO DEL DOMINGO 9 DE FEBRERO

 San Mateo 5, 13 - 16
 En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se
vuelve sosa, con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

 Tampoco se enciende
una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que
alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
 C  o m e n t a r i o  Somos luz y sal por gracia de Dios, por nuestra relación con Cristo. Pero, porque somos libres, podemos no ser fieles a esta gracia, ocultando la luz y dejando que la sal pierda su sabor. La luz que se oculta es una fe que se guarda en el fuero de la conciencia, que no se testimonia ni se anuncia, sobre todo, con las buenas obras; una sal que se hace sosa es como ser depositario del mandamiento del amor y no amar, portador de la esperanza y no comunicarla, ser creyente en una buena noticia, y vivirla de modo sombrío y
pesimista. Si no nos esforzamos en ser luz y sal con nuestras buenas obras, que hablan de nuestro Padre, nos convertimos en cristianos de boquilla, opacos, oscuros, sosos, inútiles.
 O  R A  C I O N   Dios mío, creo firmemente
que tú puedes iluminar mi oscuridad, que solamente tú puedes hacerlo. Yo deseo, con todas mis fuerzas,
que se disipen mis tinieblas interiores.

Desconozco los caminos que has dispuesto para mí, pero sé que tu poder y mi anhelo son razones suficientes para pedirte lo que no puedes dejar de concederme.
Te prometo, desde ahora mismo, que, ayudado por esta gracia que te estoy pidiendo, abrazaré todo cuanto perciba como verdad cierta.
Y con tu auxilio, combatiré el peligro de engañarme y dejarme llevar por lo que apetece a la naturaleza, en contra de lo que la razón aprueba.