jueves, 6 de febrero de 2014

La cena de la amistad


Un grupo de amigos cuarentones se encuentran para elegir el sitio donde van a cenar todos juntos. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque las camareras son guapas, llevan minifalda y escotes generosos.

Diez años después, los mismos amigos, ya cincuentones, se reúnen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el menú es muy bueno y hay una magnífica carta de vinos.

Diez años después, los mismos amigos, ya sesentones, se reúnen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque es un sitio tranquilo, sin ruidos y tiene salón para no fumadores.

Diez años después, los mismos amigos (alguno menos), ya setentones, se reúnen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el restaurante tiene acceso para minusválidos e incluso hay ascensor.

Diez años después, los amigos que quedan, ya octogenarios, se reúnen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, y todos coinciden en que es una gran idea porque nunca han cenado allí.


Sí, ríete, pero vete acostumbrando.. 
Lo importante es seguir quedando

El Mantel


El nuevo Sacerdote,
recién asignado para reabrir una iglesia en los suburbios
de Brooklyn, New York, llegó a comienzos de octubre entusiasmado con su primera oportunidad.

Cuando llegó a la iglesia se encontró
con que estaba en pésimas condiciones y requería de mucho trabajo de reparación. Se fijó la meta de tener todo listo a tiempo para la Nochebuena.

Trabajó arduamente, reparando los
bancos, revocando las paredes, pintando, etc., y para el 18 de diciembre ya había concluído con casi todos los trabajos, adelantándose a la meta trazada.

El 19 de diciembre cayó una terrible
tempestad que azotó el área
por dos días completos.

El día 21 el sacerdote fue a ver la iglesia.
Su corazón se contrajo cuando vio que el agua se había filtrado a través
del techo, causando que una área
considerable del revoque, de unos 20 por
8 pies había caído de la pared frontal del santuario, exactamente detrás del púlpito, dejando un hueco que
empezaba como a la altura de la cabeza.

El sacerdote limpió el desastre en el piso,
y no sabiendo que mas hacer sino posponer el servicio de Nochebuena, salió para su casa.
En el camino notó que una tienda local
estaba llevando a cabo una venta del tipo
"mercado de pulgas",
con fines caritativos, y decidió entrar.

Uno de los artículos era un hermoso
mantel hecho a mano, color hueso, con un trabajo exquisito de aplicaciones, bellos colores y una cruz bordada
en el centro.

Era justamente el tamaño adecuado
para cubrir el hueco en la pared dañada.
Lo compró y regresó a la iglesia.
Ya para ese entonces había comenzado a nevar.

Una mujer mayor iba corriendo
desde la dirección opuesta tratando de alcanzar el autobús, pero finalmente
lo perdió. El sacerdote la invitó a esperar en la iglesia, donde había calefacción, por el próximo autobús que tardaría
45 minutos más en llegar.

La señora se sentó en el banco
sin prestar atención al sacerdote, mientras
este buscaba una escalera, ganchos, etc., para colocar el mantel como tapiz en la pared. El sacerdote apenas podía
creer lo hermoso que lucía y como cubría todo el área de problema.

Entonces el miró a la mujer que venía caminando
hacia donde él se encontraba.
Su cara estaba blanca como una hoja de papel.
"Padre, ¿Dónde consiguió usted ese mantel?”
El padre le explicó.
La mujer le pidió revisar la esquina inferior derecha para ver si las iniciales
EGB aparecían bordadas allí.

Si estaban...
Estas eran las iniciales de la mujer
y ella había hecho ese mantel 35 años atrás, en Austria.

La mujer apenas podía creerlo
cuando el padre le contó
como acababa de obtener el mantel.
La mujer le explicó que antes
de la guerra ella y su esposo tenían una posición económica holgada
en Austria. Cuando los Nazis llegaron, la forzaron a irse. Su esposo debía seguirla la semana siguiente.

Ella fue capturada, enviada a prisión
y nunca volvió a saber de su esposo, ni de su hogar.
El padre la llevó en el coche hasta su casa y ofreció regalarle el mantel, pero ella lo rechazó diciéndole
que era lo menos que podía hacer después de la amabilidad que él había tenido con ella.

Se sentía muy agradecida pues vivía
al otro lado de Staten Island
y solamente estaba en Brooklyn por el día para un trabajo de limpieza de una casa.

Que maravilloso
fue el oficio de la Nochebuena!
La iglesia estaba casi llena.

La música y el espíritu que reinaban
eran increíbles.
Al final del servicio, el sacerdote despidió a todos en la puerta
y muchos expresaron que volverían.
Un hombre mayor, que el pastor reconoció del vecindario,
seguía sentado en uno de los bancos mirando hacia el frente,
y el padre se preguntaba porque no se iba.

El hombre le preguntó
donde había obtenido ese mantel que estaba en la pared del frente, porque era idéntico al que su esposa había hecho años atrás en Austria antes de la guerra y cómo podía haber dos manteles tan idénticos?

El le relató al padre como llegaron
los Nazis y como el forzó a su esposa a irse, para la seguridad de ella,
y como el estaba dispuesto a seguirla, pero había sido arrestado y enviado
a prisión. Nunca volvió a ver a su esposa ni su hogar en todos aquellos 35 años.

El pastor le preguntó si le permitiría
llevarlo con él a dar una vuelta.

Se dirigieron en el auto hacia Staten Island, parando en la misma casa donde el padre había llevado a la mujer
tres días antes.

Ayudó al hombre
a subir los tres pisos de la escalera que conducía al departamento
de la mujer
. Tocó en la puerta y presenció la más bella reunión de Navidad

Una historia real - ofrecida por el Padre
Rob Reid, quien dice que Dios trabaja en forma silenciosa.

Le pedí a Dios bendecir a todo el que
leyera esta hermosa historia

y le protegiera a él y a sus seres queridos.
Su amor está siempre contigo, por eso, cuando el camino que estés cruzando parezca difícil en extremo encomiéndate a Dios,
Él hará el resto.

Pásale esto a aquellos
a quienes quieras para que

sean bendecidos por Dios...

Las casualidades
no existen, hay una razón, que sólo Dios conoce,
por la cual te hago llegar este mensaje...

EL HORNERO ARQUITECTO