martes, 29 de julio de 2014

Gafes del oficio: Diez tipos con los que preferirías no coincidir en el ascensor

Iñaki Berazaluce
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El gafe, ¿nace o se hace? Dos escuelas de pensamiento se enfrentan desde la noche de los tiempos sobre esta cuestión. Una de ellas considera que si la mala suerte se lleva en los  genes, con toda probabilidad el gafe nacerá sietemesino y morirá en la incubadora por culpa de un inoportuno apagón en el hospital. Por tanto, el gafe adulto es una entelequia, como el caballo alado o un banquero honrado.
La escuela de pensamiento rival asegura que el “gafismo” no es tanto una enfermedad autoinmune como una suerte de antena WiFi que distribuye su mal fario a todo aquel que esté bajo su cobertura. Los personajes que aparecen a continuación pertenecen a esta segunda clase. Son todos los que están, pero no están todos los que son: faltan galácticos de la mala follá como Maradona, Juan Pardo, el bajista de los Celtas Cortos o Manolito Trueba, que lleva 25 años sin salir de una racha de mala suerte.
Para calibrar el grado de gafismo de esta selección de cenizos hemos establecido la revolucionaria Escala José Vélez ®, un fiable medidor de la mala follá de los individuos.
Carlos Sainz, piloto de rallies
También es mala suerte que el que estaba llamado a ser  el príncipe español de los desiertos y los baches, Carlos Sainz, pase a la posteridad por el angustios grito“¡Trata de arrancarlo, Carlos, por Dios!”, pronunciado por Luis Moya con el Toyota para el desguace a escasos 700 metros de la meta en la que se iba a proclamar campeón del mundo de rallies.
Aquel desdichado incidente se convirtió en un clásico del humor involuntario y cimentó la fama de gafe de Carlos Sainz, que desde entonces se ha quedado otras cuatro veces a las puertas del máximo entorchado, amén de sufrir un sinfín de accidente. Gafes del oficio, arguyen desde la distancia sus defensores.
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Reinhold Boyer, coleccionista de catástrofes
Etiquetado como “El tipo más cenizo de todos los tiempos”por el polifacético cronista Justin Case, Reinhold Boyer sobrevivió a un historial de catástrofes que convierten en una nenaza al personaje de Bruce Willis en ‘El protegido’. La relación completa la puedes leer en República Insólita, pero incluye un titipuchal de inundaciones, tifones, incendios, terremotos y otras desdichas. Hasta ladillas se pilló una vez el hombre.
Hay quien duda de la propia existencia del tal Boyer, quien tal vez sólo fuera un fabulador que logró encandilar con sus relatos de tragedias al escritor Vicente Vega, sin relación aparente con el personaje de ‘Pulp Fiction’.
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Violeta Jessop, coleccionista de naufragios
Puede que el austríaco Boyer fuera más versátil a la hora de salvar el pellejo en catástrofes de todo pelaje, pero en esto de los gafes, la especialización también es un grado. Que se lo digan a la argentina Violeta Jessop que sobrevivió no a uno ni a dos, sino a tres enormes naufragios a principios del siglo XX, cuando trabajaba como enfermera en tres lujosos buques de crucero que se fueron a pique uno tras otro: RMS Olympic, RMS Titanic y HMHS Britanic.
En total, 1.600 muertos, pero Jessop jamás estuvo en la lista: murió plácidamente en 1971, en Inglaterra, mientras regaba las hortensias de su jardín.
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Taxista anónimo
No conocemos el nombre del taxista más gafe (y negligente) de todos los tiempos, protagonista de una (trágica) casualidad cósmica: el mismo día (21 de julio) de dos años consecutivos (1974 y 1975), el conductor de un taxi atropelló, con resultado de muerte a dos hermanos que montaban en bicicleta por las calles de Hamilton, capital de Bermudas: Neville, que tenía 17 años en el momento de su defunción, y su hermano pequeño, Erskine, que también contaba 17 años.
Para añadir una nota surrealista doble drama, en ambas ocasiones viajaba el mismo pasajero en el taxi. A ver si el gafe era el cliente…
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Tsutomu Yamaguchi, superviviente atómico
Sólo dos ciudades han sido atacadas por la bomba atómica en la historia: Hiroshima y Nagasaki. La probabilidad de estar en ambas deflagraciones, que sucedieron con una semana de diferencia, eran exiguas pero no inexistentes:Tsutomu Yamaguchi vivió y sobre-vivió a Little Boy y Fat Man, que aniquilaron a 220.000 japoneses y, con ellos a cualquier atisbo de resistencia del Imperio del Sol Naciente para rendirse ante los aliados.
¿Probabilidades exiguas? Aunque Yamaguchi es el único superviviente reconocido por el gobierno japonés, se calcula que entre 200 y 300 personas pudieron sufrir ambas bombas atómicas, aunque se ignora cuántos sobrevivieron. Yamaguchi falleció en 2010, a los 93 años, por un cáncer de estómago.
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Jason y Jenny Cairns-Lawrence, turistas al filo
Esta pareja estaba de vacaciones en Nueva York el 11 de septiembre de 2001 durante el ataque al WTC, en Londres el 7 de julio de 2005 durante los atentados al metro y autobuses en los que murieron 56 personas, y en Bombay, durante los ataques terroristas de noviembre de 2008. En este último caso, los atentados se prolongaron durante 4 días, pero aun así, la pareja no quiso cancelar sus vacaciones; prefirieron vivir bajo el peligroso amparo de otra notable gafe, la lideresa Esperanza Aguirre.
Luis Yáñez
A Luis Yáñez le llamaban “La Mosca”, porque allí donde iba la cagaba, según me cuenta un amigo que asistió en vivo y en directo al naufragio de la Expo 92. Lo de naufragio va en sentido figurado y en sentido literal, en tanto Sevilla nos deparó una de las estampas más involuntariamente cómicas de la historia reciente de España: el hundimiento en el río Guadalquivir de la réplica de la Nao Victoriadurante la inauguración de la Expo, con el pobre Curro a punto de perecer ahogado. Todo un anticipo sintomático de la inminente emergencia de Españistán como potencia regional: hace 500 años los españoles lograron llegar a América en tres chalupas, pero en pleno siglo XX no fuimos capaces de mantener un solo barquito a flote un par de horas en el Guadalquivir.
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Ann Hodges
Estás un día viendo la tele en tu casa, un meteorito atraviesa el techo y te cae encima. Eso es mala suerte. Cada día miles de asteoroides impactan con la Tierra y una pequeña fracción de éstos llega al suelo. Tiene sentido que de vez en cuando muera alguna persona por el impacto de un meteorito, ¿cierto? Falso: Ann Hodgeses el único ser humano de la todos los tiempos (que se sepa) que ha sido impactada por un canto rodado del espacio, concretamente uno que cayó en Syracuse (Alabama, EEUU) el 30 de noviembre de 1954.
Pero la mala racha de Hodges no acabó ahí. Un meteorito vale un potosí y si ha caído en tu casa es tuyo. Eso es puta buena suerte. Perolos 5.000 dólares que la mujer logró por vender la piedra se los quedó la dueña de la casa para arreglar los desperfectos del techo, tras una agria disputa con las Fuerzas Aéreas de EEUU. Finalmente, el meteoro acabó en las vitrinas del Museo de Historia Natural de Alabama. A Ann Hodges le quedó marca en el vientre.
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Roy Sullivan
Que te parta un rayo es mucho más probable a que te caiga un meteorito encima. Endiabladamente probable, de hecho: cada año mueren 24.000 personas en el mundo impactadas por rayos. A veces caen fulminados equipos enteros de fútbol (y el rival queda indemne: qué mala suerte). Que te caigan siete rayos encima y que sobrevivas a todos es muy difícil, casi imposible, tan sólo al alcance de superhombres como Roy Sullivan, guarda forestal del estado de Virginia que ha sobrevivido a 7 rayos con sus 7 truenos. Teniendo en cuenta que la posibilidad que te alcance un rayo en 80 años es de 1 entre 10.000, la de recibir 7 rayos es de 1 entre10.000.000.000.000.000.000.000.000.000. También es mala suerte. O buena, quién sabe.
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José Vélez
Cerramos esta clasificación con nuestro gafe predilecto, a quien hemos querido homenajear en su papel de padrino del post: el gran José Vélez.
Cuenta los viejos del lugar que cuando la joven promesa de la canción canaria José Vélez empezó a despuntar en los años 80 del siglo pasado, corrió la voz de que era gafe. No se sabe a ciencia cierta qué hecho luctuoso pudo ser el desencadenante de tan nefasta fama pero lo cierto es que los pinchadiscos que poco antes se habían entregado a ‘Bailemos un vals’ dejaron de programar sus temas en la radio, los periodistas se negaban a cubrir sus conciertos y, poco a poco, este remedo de Freddy Mercury sin bigote fue cayendo en el olvido (por más que su página web afirme ufana que “José Vélez está en el mejor momento de su carrera”, un aserto cuando menos discutible).

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