domingo, 15 de diciembre de 2013

«La empujé para quitármela de en medio», dice el asesino de Cifuentes


El pasado jueves, la Guardia Civil de Madrid recibió un sobre blanco. En el interior, un croquis de la finca del carnicero de Cifuentes, Guadalajara, con cuatro equis, como en los mapas del tesoro. No había remitente. Los puntos indicaban los lugares donde José Miguel Batanero había enterrado los restos no hallados de su mujer, los mismos que él había confesado haber dado a los perros para hacerlos desaparecer. Pero para comprender este crimen hay que remontarse al 30 de septiembre pasado. Aquel día desapareció su mujer, Carolina Diana.
El carnicero repartía excusas entre los que se interesaban por su paradero: «Está en un hospital de Madrid ingresada, sangraba por lo de su embarazo». Si le preguntaban en cuál, se escondía en la ignorancia: «No me lo ha querido decir, pero está bien». Cuando los interrogantes se hicieron más insistentes se convirtió en víctima: «Dice que yo no la entiendo y se ha ido con unas amigas». Y si alguien dudaba, les enseñaba mensajes que le había mandado Carolina a él. Decían así: «No vengas a por mí a Madrid. Ya iré yo. Estoy con unos amigos que me entienden mejor que vosotros»; «No te molestes en buscarme, cuando nazca el niño sabrás de mí»; «José, estoy en las islas griegas, no se lo digas a nadie».
Él, mientras, se hacía cargo de los tres hijos que Carolina tenía de un matrimonio anterior. Las justificaciones y excusas se sostenían en un difícil equilibrio hasta que los investigadores de la Guardia Civil metieron mano en el asunto. El 18 de octubre, una conocida de Carolina presentó una denuncia, extrañada por su ausencia. Los agentes sólo tuvieron que escarbar un poco para averiguar que Batanero mentía como un bellaco. El 8 y el 15 de octubre se habían retirado 300 y 500 euros respectivamente de dos cajeros de Madrid con la tarjeta de crédito de Carolina. Las imágenes de las cámaras de seguridad delataron al carnicero. Pero es que, además, los repetidores de las antenas de Telefonía dejaban meridianamente claro que los SMS que en teoría le había mandado Carolina a Batanero desde Madrid y desde las islas griegas, en realidad «pitaban» en las antenas de Cifuentes.
Los agentes sólo tuvieron que arrojarle las pruebas a Batanero a la cara para que el carnicero, acorralado por las evidencias, confesara con absoluta frialdad, como si no estuviera hablando de un ser humano. Ha ido variando su relato en sus hasta ahora cinco declaraciones, pero, en esencia, esta es su confesión: «Ella estaba embarazada de siete meses y medio. Le dije que se tenía que cuidar, que no podía beber ni salir por ahí como tanto le gustaba. En respuesta, ella comenzó a pegarme. No era la primera vez que lo hacía. Yo la empujé para quitármela de en medio, con la mala suerte de que se dio en la nunca con la esquina de la cómoda. Se golpeó antes de caer al suelo. Sangraba mucho y me asusté. Me puse muy nervioso».
No avisó a un médico ni a la Policía. Le tomó el pulso y se convenció de que había fallecido. Según él, preso de una gran histeria, se llevó el cuerpo a una de las naves donde tiene el ganado y allí, con un hacha, la desmembró. Separó cabeza, brazos y piernas del tronco. Este último lo enterró en la finca, cubierto de cal viva. El resto lo troceó con el hacha, lo llevó a su tienda, lo guardó en las cámaras y comenzó a despachar porque tenía clientes. Más tarde, dio el cuerpo troceado de su mujer a los perros para que se lo comieran.
A la espera de la investigación
Los agentes desenterraron el tronco. No presentaba ninguna lesión que pudiera explicar la muerte, ni un disparo ni cuchilladas. Nada. Desde un punto de vista legal se convirtió en una prioridad determinar la causa del fallecimiento. El carnicero se justificaba diciendo que era un homicidio imprudente. Él se había defendido de las bofetadas de su mujer empujándola, con la mala suerte de que se mató. Por eso ha sido tan importante encontrar el resto del cuerpo. Estaba en cuatro agujeros diferentes, casi a ras de suelo, con los órganos embadurnados en cal viva. Ahora habrá que esperar al informe médico forense para establecer la causa de la muerte. Los investigadores sospechan que la ciencia determinará que no fue un golpe fortuito, sino que la mató. Si es así, el carnicero de Cifuentes, que no ha parado de mentir, no volverá a despachar a sus clientes en los próximos 20 años.

La Plaza Mayor.

 1.- La plaza principal de algunas localidades se conoce en el urbanismo castellano como Plaza Mayor.
2.- Esta denominación está prevista en una Ordenanza de los Reyes Católicos (1480) para los lugares de una población con suficiente espacio abierto para celebrar mercados y en el que debe construir el Ayuntamiento.
3.- El concepto urbanístico nace de las plazas de arrabal o plazas de mercado, que, en la Edad Media, se celebraban
a las puertas de las murallas de las ciudades, pero fuera del recinto amurallado mientras que, por el contrario, el ágora griega o el foro romano se situaban en el interior del centro urbano.
 Plaza Mayor medieval de Ainsa (Huesca) que se inició como plaza del mercado y que está muy bien conservada.
 En la Plaza Mayor de Alcaraz (Albacete), se puede contemplar la torre gótico renacentista del Tardón de 1555 y la de la
Iglesia de la Trinidad.
La Plaza de Almagro (Ciudad Real) con el Ayuntamiento y el Corral de Comedias, que es un teatro construido en el siglo
XVI (Siglo de oro de las letras españolas).
 Esta Plaza Mayor de Archidona (Málaga) adopta una forma octogonal y fue construida en la segunda mitad del siglo XVII
 La Plaza Mayor de Chinchón, con la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, está rodeada por viviendas del siglo XV y en ella se celebran todavía corridas de toros.
 La Plaza Mayor de Arévalo (Ávila) permite contemplar los soportales de madera y el maravilloso ábside mudéjar la de
Iglesia de San Martín.
 En la Plaza Mayor de Ávila (Siglo XVIII) todavía se monta el mercado de frutas y verduras
 Uno de los lados de la Plaza Mayor de Avilés (Asturias) lo ocupa el Ayuntamiento de la localidad.
 La Plaza Nueva de Bilbao es una de las últimas plazas mayores construidas en España (1849)
 La Plaza Mayor de Burgos, cercana al río Arlarzón y a la Catedral, es de forma irregular y tiene su entrada bajo los arcos del Ayuntamiento.
 La Plaza Mayor de Cáceres es espectacular por el amurallamiento y las Torres medievales que la rodean.
 La Plaza Mayor de Córdoba tiene 110 metros de largo y es la única plaza rectangular de Andalucía.
En su subsuelo, se han encontrado numerosos mosaicos romanos.
 Los arcos del Ayuntamiento permiten el acceso a la Plaza Mayor de Cuenca en uno de cuyos lados se puede contemplar la enorme fachada franco normanda de la Catedral.
 En la Plaza Mayor de Elciego (Álava) se halla el Ayuntamiento y una recoleta Iglesia.
 La Plaza Mayor de Gijón ocupa el istmo que une Cimadevilla con el resto de la ciudad.
Como ocurre con
frecuencia, en esta
Plaza se encuentra el
Ayuntamiento.
 La estatua de María Pita preside la Plaza Mayor de La Coruña en recuerdo de su lucha contra los ingleses en 1589.
 La Plaza de Santa Ana de Las Palmas de Gran Canaria con su catedral al fondo.
 La Plaza Mayor de León está presidida, como no puede ser menos, por el Ayuntamiento.
 En la Plaza Mayor de Llerena, de estilo mudéjar, podemos contemplar edificios importantes como la Iglesia de Nuestra
Señora de la Granada, el Ayuntamiento o la antigua cárcel.
 El Rey Felipe II inició las obras en 1580 remozando la Plaza del Arrabal bajo la dirección de Juan Herrera. Su hijo el Rey Felipe III las finalizó en 1617; por eso, su estatua ecuestre, obra de Juan de Bolonia, ocupa el centro de la Plaza Mayor de Madrid, Fue el principal mercado de la villa y corte y en ella se celebraron autos de fe, corridas de toros y justas y desafíos propios de la época. Sufrió tres incendios a lo largo de su vida.
 La Guerra de las Comunidades en Castilla (1520) causó el incendio de la primitiva Plaza Mayor de Medina del Campo. La reconstrucción del espacio con soportales agrupa el Ayuntamiento (en la imagen), la Iglesia de San Antolín y la Casa de los Arcos.
 En el espacio que ocupaba un antiguo convento que fue sede de la Inquisición en la Isla, se construyó la Plaza Mayor de
Palma de Mallorca.
 La tercera Plaza Mayor de España por sus dimensiones fue construida por órdenes de Carlos III en Ocaña (Toledo). Los arcos de medio punto de los soportales son de una gran belleza.
 El Ayuntamiento de Palencia preside su Plaza Mayor que fue diseñada en el Siglo XVII.
 En Pedraza (Segovia) encontramos el prototipo de Plaza Mayor de origen medieval.
 El Ayuntamiento, que luce las banderas, cierra por un lado la Plaza Mayor de Plasencia (Cáceres) y en su torre está “el abuelo Mayorga” que toca las horas golpeando un martillo sobre la campana del reloj.
 La Plaza Mayor de Salamanca es el paradigma de todas las Plazas Mayor de España. Esta obra cumbre del barroco español se debe al arquitecto Churriguera.
 La torre y ábside de la Catedral (donde está la estatua yacente del Doncel) y el Ayuntamiento de Sigüenza (Guadalajara)
presiden esta magnífica Plaza Mayor, impulsada por el Cardenal Mendoza en el Siglo XVI.
 Las Torres de Dª Urraca en las que estuvo presa la Reina de Castilla, la Casa del Común (donde se guardan los Fueros) y el
Palacio de la Audiencia son el entorno de la irregular Plaza Mayor de Soria.
 Un ejemplo de plaza porticada castellana es la Plaza Mayor de Tordesillas (Valladolid): un perfecto cuadrado, con columnas de estilo “toscazo”, al que se accede a través de cuatro entradas de calles.
 Una de las plazas más bellas es ésta de Trujillo (Cáceres) con niveles distintos separados por rampas. A la derecha, una estatua ecuestre en honor de Francisco Pizarro.
 La Plaza de los Fueros de Tudela (Navarra) fue construida para poder celebrar corridas de toros. Hoy el centro de la plaza lo ocupa un kiosco para las bandas de música.
 La impresionante fachada de la Iglesia de San Andrés Apóstol cierra por uno de sus lados la Plaza Mayor de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real)
 El estilo neoclásico predomina la Plaza Nueva de Vitoria pensada, en un principio, para acoger corridas de toros a pesar de su forma cuadrada.
 Esta plaza porticada por un lado y protegida por la fachada de una Iglesia en el otro, es la Plaza Mayor de Yepes (Toledo).
El “Mumbrú”, que es un personaje típico de la Semana Santa zamorana, preside la Plaza Mayor de Zamora donde también podemos contemplar los arcos del vejo Ayuntamiento.
                                                          FIN