lunes, 30 de septiembre de 2013

Mírala bien


De Parla

«Un caso de una maldad difícilmente imaginable»


No llegaron a ruborizarse, ni a ponerse aparentemente nerviosos ante el juez. Los padres de la niña Asunta, Rosario Porto y Alfonso Basterra, repetían, una vez y otra su versión, la misma por parte de los dos y cuando se les pillaba en un renuncio, se callaban o improvisaban. Personas que han tenido conocimiento de lo que ocurrió durante dicha declaración, cuyo contenido se mantiene en secreto por el magistrado Vázquez Taín, han subrayado que si al final se demostrara que son los culpables, estaríamos ante un caso de una maldad difícilmente imaginable.
Pero habrá que esperar antes que acusar, no como ha ocurrido durante la semana pasada, en que tantas cosas se han publicado que después o bien no eran ciertas o, simplemente, eran pruebas que no se habían comprobado aún. Por ello, el trabajo que van a realizar a partir de hoy los especialistas del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil, que se desplazaron a Santiago de Compostela para investigar la muerte de la niña, va a ser fundamental.
Los agentes llegaron ayer a Madrid y, a partir de hoy, comenzarán a estudiar las pruebas que han encontrado a lo largo de la semana pasada en los distintos registros efectuados en domicilios y en la zona donde apareció el cadáver, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto. Cuentan para ello con los más modernos sistemas y aparatos técnicos, por lo que resulta muy difícil que cualquier detalle importante pueda escapar a su atención.
Las conclusiones a las que lleguen los especialistas de la Benemérita serán fundamentales para esclarecer un crimen que, conforme pasan los días, se enreda cada vez más y cuyo móvil nadie acierta a determinar con exactitud. De los resultados de los análisis depende que el juez encargado del caso acuse a los padres de la niña fallecida de asesinato (ya están imputados por homicidio) o que incluso se puedan abrir nuevas vías de investigación.
La Guardia Civil ha desplazado a Santiago a sus mejores especialistas, que no han dejado de remover ni un pedazo de tierra ni cualquier objeto de los que había en los distintos inmuebles registrados por orden del juez, con el fin de obtener evidencias que arrojen luz sobre este caso, que tanta repercusión mediática está teniendo.
Por fin se podrá saber si el cordel encontrado junto al cadáver pertenece al ovillo que estaba en la casa que la madre posee cerca del lugar donde apareció el cuerpo; si las colillas que también se encontraron allí son, como se ha sospechado desde el primer momento, de cigarrillos fumados por los progenitores de Asunta; si el fármaco tranquilizante, que el padre compró en una farmacia antes de que ocurrieran los hechos, le fue suministrado a la niña en la comida o en alguna bebida (los análisis de orina han determinado que, en cualquier caso, estaba en su cuerpo); y otros muchos asuntos que, al estar declarado secreto el sumario, no se conocen pero que forman parte de las posibles evidencias que la Guardia Civil ha trasladado a Madrid.