domingo, 28 de julio de 2013

El maquinista Francisco José Garzón llega al juzgado de Santiago

El maquinista llegando al juzgado en un vehículo de la policía.
MAYKA NAVARRO / Santiago de Compostela 28/07/2013
Con camisa azul a pequeñas rayas blancas, pantalón vaquero, esposado, con las manos en posición de rezar, barba canosa de tres días y gafas negras que le cubrían una herida en el lado derecho de la cara, el maquinistaFrancisco José Garzón Amo, de 52 años, ha sido conducido esta tarde a los juzgados de Santiago de Compostela.
A solo dos horas de que se cumpliera el plazo de 72 horas, los investigadores trasladaron al conductor del tren ante el juez Luis Aláez, este domingo de guardia, y que le tomará declaración.
Garzón está acusado por la policía de 79 homicidios imprudentes tras ser detenido el jueves tras el accidente que el miércoles hizo descarrilar un tren Alvia que venía de Madrid con destino a Ferrol. El viernes, Garzón se acogió a su derecho a no declarar ante los inspectores de la brigada judicial que acudieron al hospital a tomarle declaración.

POR QUE A DESCARRILADO EL TREN ? AQUÍ OS LO DICEN".


Stan Munro










                                             La ciudad        
Stan Munro ha pasado los últimos seis años de su vida 
construyendo una pequeña ciudad de palillos con los edificios y monumentos más emblemáticos del mundo. Las reproducciones están realizadas a una escala 1:65 y hasta la fecha ha utilizado 6 millones de palillos de dientes y 644 litros de pegamento.
Stan trabaja en el Museo de Ciencia y Tecnología en Syracuse (Nueva York) y al parecer dispone de mucho tiempo libre.
Esto lleva la expresión “lo que hace el aburrimiento” a una nueva dimension.                  
                         El Puente de Brooklyn y el Big Ben
                                       Gran Mezquita
Cuando pequeño, Stan Munro creó una estructura con mondadientes capaz de sostener un escritorio. Desde entonces su talento natural ha trascendido desde un simple mondadientes a una seria forma de Arte y Diseño
Después de años de trabajo y paciencia, Stan llega con su primera ciudad de mondadientes el 2005, donde podemos encontrar 50 de las más famosas estructuras del mundo, la ciudad se ha ubicado de forma permanente en la Casa de Katmandú, España
               Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano
                         Catedral de San Pedro del Vaticano
 Templo de Angkor Wat, Camboya
 Cuando Stan Munro comenzó a construir en
2003 una ciudad con palillos de dientes, no tardo en convencer a su esposa que seria un trabajo productivo. Si realmente la convenció o simplemente estaba feliz porque su marido se pasaba el día metido en el sótano, no lo sabemos. Ella le apoyo de todas formas, y cuando La Ciudad de Palillos I fue vendida en 2005, le ayudó a gastar el dinero.
 Catedral de San Patricio de Nueva York
 Rascacielos: Edificio Chrysler, las Torres Petronas, Taipei 101, el Edificio Woolworth y Met Life Tower
                            Opera House, Sydney Australia
 La Mezquita Azul, Estambul, Turquía
                                                   Aspire
Tower, Doha, Qatar
Stan nació en Rochester, Nueva York en 1970
Hoy en día, Stan vive en Syracuse, Nueva York, y es feliz con su familia y su pasión por construir edificios con palillos de dientes.
                    Spinnaker Tower, Portsmouth, Inglaterra
                                                  Velero
                          Mezquita de al-Haram, La Meca   
                      Notre Dame de París Torre de Pizza
                                       Taj Mahal, Agra, India
                                        Tower Bridge, Londres, Inglaterra
                                          Mezquita de al- Haram, La  Meca    
                                                                         Fin

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Quememeo:


El Ministerio del Interior aprecia «indicios racionales» de culpabilidad en el maquinista Ocho protagonistas del rescate y ayuda a las víctimas cuentan cómo vivieron la tragedia

Ocho protagonistas del rescate y ayuda a las víctimas de la catástrofe ferroviaria de Angrois cuentan en primera persona cómo vivieron la tragedia que encogió el corazón de todo un país. Partieron ventanas, arrancaron alambradas, vendaron heridas, desenterraron víctimas, sirvieron de consuelo y hasta confesaron. Por otro lado, Francisco José Garzón, el maquinista del Alvia 151 en el que perdieron la vida 78 personas, fue conducido ayer a comisaría nada más ser dado de alta en el hospital en el que se encontraba ingresado a causa de las heridas que sufrió en el descarrilamiento. Según explicó el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, a Garzón le acusa la Policía del delito de homicidio por imprudencia. De alguna manera, en el accidente del Alvia 151 en Santiago hubo cierta belleza. Mientras la tragedia enseñaba sus fauces de bestia infernal y se tragaba decenas de vidas, en ese momento y en ese lugar cientos de personas construían un monumento al ser humano. Fueron cientos y todos distintos, pero tienen en común que lucharon a brazo partido contra la desgracia, algunos jugándose la la vida y todos la cordura. Estuvieron muy cerca de quemarse, de cortarse o de perder la cabeza. Estas ocho historias son un homenaje a todos los que hicieron que la catástrofe del miércoles fuera un poco menos terrible.
:: X. A SOLER Y M. FERREIRÓS
/ LA VOZ DE GALICIA
El bombero José Ramón Baliñas lleva en brazos a una niña tras rescatarla.
La cara de los héroes
en todo el mundo
Es el marido de Begoña, el padre de Alejandro y Xiana, y en el equipo de fútbol de veteranos del barrio de Villestro juega donde le ponen, pero desde el viernes es también la representación del héroe. José Ramón Baliñas, bombero de Santiago de 48 años, es el protagonista de la imagen del accidente del miércoles, una imagen que ha dado la vuelta al mundo y que ha sido portada desde Jaén a Nueva York. Es la representación de la fuerza y a la vez la fragilidad, los dos polos de la vida que chocaron el jueves en Angrois. Sucedió poco después de que el gigante humilde que es Baliñas llegara al lugar del accidente con otros ocho bomberos y comenzara a ayudar a salir a los que podían valerse. En ese momento la encontró a ella. La tomó en brazos con otro vecino de camiseta roja y la sacó del infierno. En ese tiempo le preguntó cosas. «No sé qué le dije ni qué me respondía. Solo les hablas para tranquilizarlos y saber cómo están. Solo recuerdo que me miró y me dijo ‘Gracias’». No la ha vuelto a ver pero sabe que está bien. En ese momento, no le dio mas vueltas. «Luego sí que llegas a casa y piensas en los críos». Un tanto «avergonzado» por la difusión de su trabajo, no se permite la mínima licencia al egoísmo. «Eso que hice yo no fue nada. Los héroes era los vecinos, porque este es mi trabajo, pero no el suyo».
Organizó el despliegue de agentes
En dos noches, Benigno Roca durmió seis horas y cuarto. La primera noche, solo fue un cuarto. Esa madrugada se pulió la batería de varios teléfonos móviles. El inspector jefe de la Policía Nacional y jefe de Gabinete del Jefe Superior de Policía de Galicia, estaba en Santiago para las festividades. Cuando llegó a Angrois y vio lo que ocurría, se dio cuenta de que tenía un problema. «En ese momento comienzas a verlo todo desde el punto de vista profesional. No dejas que el lado humano aflore. Llegas a ver lo que es el absoluto caos, pero lo ves todo desde un punto de vista profesional. Solo piensas en lo que necesita la gente». El Cuerpo Nacional de Policía organizó el despliegue y el inspector jefe llegó a llevar al terreno a más de cien efectivos que han trabajado durante todos estos días. Algunos llegaron por su propia voluntad, como los miembros de la Unidad de Intervención Policial de Valencia, que pasaban por la autovía durante sus vacaciones, se bajaron del coche y se unieron al operativo.
Se quedó sobre las vías, en el Campo de Baile que acababa de invadir el tren. «Estaba hablando por teléfono pero a mi lado veía una mujer aplastada bajo el vagón. Estaba viendo esa mano con ese reloj...». Vio otras muchas cosas, algunas que le dieron «mucho que pensar». «A final todo resulta una paradoja: lo peor que le puede ocurrir a alguien y al lado lo mejor que puede dar el ser humano», explica.
Entró en los primeros vagones
Román Freire entró en el infierno muy pronto, unos diez minutos después de empezar todo. Estaba con otros miembros de un grupo de intervención de la Guardia Civil, a punto de empezar el operativo de controles de drogas y armas a la entrada de Santiago. «Entré en los primeros vagones, que fueron los que más suerte tuvieron». Dentro, la escena que pinta es la de un vagón tumbado sobre un costado con todos los asientos arrancados. «Todo lo que había ahí dentro estaba amontonado en el suelo y aplastado en la parte delantera». Entre los objetos desprendidos yacían los heridos. La ventana de emergencia quedaba en el suelo, así que Freire, que hace deporte a diario, se lió a palos con los cristales. Le dio con toda su alma con un pequeño martillo. Después le dieron un hacha y consiguió abrir un hueco en los cristales que quedaban en el techo. «Eso me cansó muchísimo». Después comenzó a sacar a los heridos. «Me sorprendió mucho el silencio dentro del tren. Era inversamente proporcional a la tragedia. Los heridos, aún los conscientes, estaban muy callados. Se quedaban en silencio, sin moverse, en pequeños huecos, encerrados bajo cuerpos y asientos. Solo gritaban cuando se les movía porque pensaban que estaban heridos aunque no tuvieran nada de extrema gravedad. Los sacamos como pudimos», relata.
4. José Fontao Vecino Fue el primero en avisar de la catástrofe
Todo era paz y silencio a las nueve menos veinte en Angrois. Pepe Fontao, un camionero retirado, se sentó junto a la ventana de su casa, una atalaya privilegiada para ver el horror. «Oí el ruido, vi cómo salía del túnel y después la polvareda». Tomó el teléfono. «Estaba muy nervioso. Creo que les dije que un tren había salido de la vía y no me creyeron. Hasta me tomaron el pelo, como si me respondieran que sí, que seguro... Me enfadé mucho». Les dijo que hicieran lo que les diera la gana, colgó el teléfono y se tiró por la cuesta. «Cuando vi el golpe no pensé que iba a morir tanta gente, pero cuando entramos, los vagones estaban deshechos por dentro como si fueran de papel», recuerda mientras barre el porche de su casa. Le acompañaba su hijo. No sabían a quién llevar, así que les tocaban las manos a los heridos y si estaban fríos, tomaban a otros.
Como tantos vecinos, Pepe sabía que había que evacuar a mucha gente, como hace dos decenios, cuando ayudó en el rescate de los pasajeros de un tren descarrilado en esa misma curva. «Sabía que había dos cancelas por las que podían librar las alambradas para sacar a los heridos, pero los de Renfe no sabían quién tenía las llaves y los candados eran imposibles de romper. Fue entonces cuando trajimos los palés. Lo que salía de allí no se lo puedo definir».
5. Mercedes Pazos Vecina Abrió las alambradas con sus manos
A Mercedes Pazos aún le duelen los músculos de las piernas y sufre calambres tras el esfuerzo. No es una mujer que haga deporte, pero cuando vio la vía que pasaba por debajo de su casa convertida en un campo de batalla, agarró las redes metálicas y las alambradas que cerraban las vías y comenzó a tirar de ellas hasta que arrancó el faldón del suelo. Las dobló para que salieran los heridos arrastrándose. Después otro vecino con unas tenazas hizo el hueco más grande, pero nadie se explica cómo ella fue capaz de doblar el metal. Después se dedicó a recibir a los heridos que salían como una manada dispersa y silenciosa de zombis que le preguntaban siempre lo mismo. «¿Dónde estamos? ¿Sabe usted qué nos ha pasado?» Algunos traían maletas pero ninguno venía calzado. Andaban sobre la hierba y las zarzas en calcetines o con los pies descalzos. «No se por qué venían todos sin zapatos, eso era curioso, me llamó la atención. Tenían cortes por todo el cuerpo. Eran una calamidad y temblaban como niños».
Mientras muchos hombres bajaron a ayudar a los servicios de emergencia en el traslado de los heridos, la mayoría de las vecinas se encargaron de traer lo que fuera necesario, que era todo. Llevaron herramientas para abrir boquetes en las ventanas inexpugnables de los vagones, cientos de litros de agua para limpiar heridas, sábanas, mantas, jirones de tela para vendar, sierras eléctricas, toallas, martillos y tablas. «Al principio estábamos petrificadas, pero luego todo el mundo se puso en marcha».
6. Ana Lois Periodista La primera en contar el desastre
Llegó de los primeros, a eso de las nueve y cuarto, a contar el desastre. España no sabía a lo que se iba a enfrentar en unos minutos. Salieron volando hacia Angrois. «Bajé a toda velocidad y pensaba que iba a ver algo mas leve. Tardé un rato en darme cuenta de la gravedad del asunto». No había una cifra de fallecidos y Ana Lois, reportera de la Televisión Gallega, podía contar que ya veía siete cadáveres delante de ella, tirados en las cunetas de las vías. Le dijeron que había vagones en los que no entraban porque estaban todos fallecidos. ¿Cuantos eran en total? No lo sabía nadie. «No quería hacer loterías con los muertos». En ese momento, no pensó en nada especial. «No piensas porque no asimilas lo que pasa. Tienes que guardar la calma pero es un momento difícil». La gente miraba la televisión y se hacía preguntas. Ni siquiera ella tenía las respuestas.
Para los periodistas tampoco ha sido fácil. «Si estás solo, ayudas, pero si lo tienes que contar, la gente te lo reprocha. ¿Qué haces allí grabando? Mi única forma de ayudar era contar lo que pasaba, porque la gente necesita saberlo. En ocasiones te sientes allí como un estorbo para la Policía y para las asistencias. Parece que lo empeoras todo. Solo después te das cuenta de que lo que has hecho ha sido útil». Los que han contado la historia también se llevan cortes aunque sean emocionales. «Lo más duro fue preguntarle a un chaval cómo estaba su madre y que me respondiera que estaba en un vagón».
7. Miguel Ángel Doallo Psicólogo Acompaña a los familiares de las víctimas
Algunos saben que sus familiares han muerto. Otros lo presienten y no tienen ni la noticia. El tanatorio y el centro de atención a los afectados de San Lázaro es una colección de gentes cuya vida acaba de saltar por los aires. Fuera de los edificios se sientan, fuman, lloran, se acarician las mejillas unos a otros y se asoman al abismo de lo que les ocurrió a sus padres, hijos, esposos o hermanos. Entre ellos circulan decenas de psicólogos, trabajadores sociales y socorristas que los cubren con mantas, palabras y caricias. El jefe de uno de esos equipos es Miguel Ángel Doallo, psicólogo de emergencias de Cruz Roja. Lo primero que hacen es intentar que coman, que beban agua y que descansen. No es fácil. «Después intentamos restablecer el equilibrio emocional y que comiencen el duelo», un proceso que se complica si la familia no tiene confirmación de la muerte de la víctima. Ellos mismos también están en peligro, expuestos a la ‘radiación’ emocional en el núcleo del reactor de la tragedia de Santiago. Corren el peligro de quemarse, por eso hacen turnos de no más de ocho horas con frecuentes descansos. Han recibido formación para enfrentarse a ese horror. La clave, si la hay, es la distancia. «Tienes que tener empatía y averiguar lo que sienten, pero no debes sentir lo que sienten ellos». Después de cada catástrofe en la que intervienen, Miguel Ángel y los suyos se curan entre ellos en sesiones grupales para ordenar lo que han vivido e ir «normalizando. Nos protegemos entre nosotros».
8. Carlos Álvarez Varela Sacerdote Dio consejo espiritual a las heridos
Cuando el padre Carlos Álvarez llegó al centro de información sobre las diez y media de la noche, comenzaban a llegar los primeros familiares. «Me fui hacia allí sin pensarlo mucho. Creía que habría católicos que igual me necesitaban. Y era verdad. Estaban destrozados, totalmente deshechos. No sabían si estaban vivos o muertos, pero llamaban a los suyos a los teléfonos móviles y no les respondían... Solo quería ayudar». Álvarez, que es rector del Seminario Mayor Compostelano, pasó la madrugada hablando con las víctimas. Algunos pidieron confesión, otros le daban las gracias y los demás querían sencillamente hablar. «Muchos se acercaban y lo único que les quedaba en ese momento era Dios». La cuestión que le plantean los afectados durante estos días es la misma y siempre le resulta igual de difícil responderla: «Todos me preguntan por qué; cómo es posible que Dios permita este tipo de catástrofes. Les intento transmitir que el sufrimiento es parte de nuestra vida en todo momento y que Dios no solo se encuentra cuando se cumple la voluntad de uno. Que la fe es la confianza en Dios. Obviamente este es el mensaje, pero hay que transmitirlo con mucho tacto».

VIDAS TRUNCADAS

Unas de las frases que repito con cierta frecuencia la tengo muy en cuenta
SIEMPRE HAY UN MAÑANA QUE NO LLEGA
Y ese mañana que era día 25 de Julio , Santiago Apóstol , patrón de España
no llegó para 78 personas que tenían sus vidas, sus tristezas, sus alegrías,
sus esperanzas y sus felices vidas en más o menos intensidad . Sus vidas quedaron truncadas sin presentirlo , sin esperarlo no  por un hecho inevitable por el ser humano, sino por la actuación de una persona irresponsable que demostró no merecer la confianza depositada en él, solo tenía que controlar la velocidad y  esa irresponsabilidad le costó la vida a 78 personas y posiblemente a  alguna más.
Estas son las circunstancia de alguna de ellas.
Francisco José Garzón Amo, conductor del Alvia que descarriló en Santiago de Compostela, tenía gran pasión por la velocidad, algo que mostró en su perfil de Facebook hace un año, cuando se jactó de la velocidad que usualmente alcanzaba durante su trabajo, aunque admitió: "Estoy en el límite.
No puedo correr más si no me multan". En un comentario posterior, bromeó: "Qué gozada sería ir en
paralelo con la Guardia Civil y pasarles haciendo saltar el radar. Menuda multa para Renfe". Un perfil que ha sido ya borrado pero del que ha dado tiempo a recuperar algunas imágenes y comentarios que delatan su pasión por ir rápido.
Quizá por eso Francisco José Garzón Amo se dio cuenta enseguida de que un posible fallo suyo había causado el accidente que ha provocado la muerte de 78 personas. "Somos humanos", decía el maquinista nada más lograr salir de la cabina a cuyos mandos se había puesto en la estación
de Orense, tras recoger el testigo de un compañero, que pasó a ser un viajero más en los 180 kilómetros últimos kilómetros de la ruta Madrid-Santiago de Compostela, tal y como recoge el diario 'El País' en su edición de este viernes y que reproducimos a continuación. El periódico recoge la biografía del maquinista, que está actualmente ingresado como herido leve en un hospital de la ciudad gallega y que espera a declarar ante el juez después de haber reconocido, nada más suceder el accidente que "la he jodido".
Garzón, de 52 años, comenzó a trabajar en Renfe hace 30 años prestando servicios auxiliares en la
estación de Monforte de Lemos, de donde es natural. Se hizo maquinista hace una década. Después de pasar un tiempo en la línea entre Madrid y Barcelona, decidió pedir el traslado a Galicia hace tres años. Su madre estaba enferma y él, que reside en La Coruña, quería estar cerca de ella.
Con una hoja de expediente intachable, era uno más de los cientos de maquinistas de Renfe. Tras el accidente participó en el rescate de algunos heridos. Unos minutos antes, todavía atrapado en la cabina del convoy que pilotaba, habló con la radio que lo comunicaba con la estación. Tenía contusiones y le dolía el cuerpo. "Espero que no haya muertos, porque caerán sobre mi conciencia", dijo entonces.
Minutos antes de esa conversación, Francisco
José Garzón Amo iba demasiado rápido en un tren de alta velocidad preparado para alcanzar los 230 kilómetros por hora, pero que no podía superar los 80 en ese tramo. Después de que el tren descarrilara en esa curva, limitada a 80 kilómetros por hora, Garzón habló por teléfono con el servicio de emergencias de
Renfe: "¡Tenía que ir a 80 y voy a 190!". Lo dijo en presente, aunque el accidente ya era irreversible. Según admitió más tarde el delegado del Gobierno en Galicia, Samuel Juárez, el propio maquinista reconoció que entonces que doblaba la velocidad permitida
en el tramo del siniestro."Descarrilé, qué le voy
a hacer", mantuvo Garzón.
El juzgado de instrucción 3 de Santiago de
Compostela espera a que desentrañe el
tacógrafo , la caja negra de los trenes, para aclarar qué paso. Los compañeros del Sindicato de Maquinistas, al que Garzón estaba afiliado,
quisieron "transmitirle su apoyo".                              
La conmoción vivida por el descarrilamiento del tren de Santiago de Compostela ha traspasado fronteras por el origen de muchas de las víctimas. Las más mediáticas han sido las del periodista Enrique Beotas, la ex directora
de series como ‘Aída’ o ‘7 vidas’ Carla
Revuelta y el primo y la tía del futbolista del
Deportivo Juan Domínguez, Tomás López Brión
y Elisa Brión Sobrido. Sin embargo, la tragedia no fue selectiva ni distinguió entre clases ni
procedencias y detrás de la frialdad del listado de víctimas mortales surgen poco a poco los rostros y las historias de 78 vidas truncadas. Entre ellas, está la de Sara Fuenmayor, una colombiana de 36 años que residía en Madrid desde hace 15, y que tuvo la mala suerte de subirse en el fatídico Alvia. La antioqueña se mudó a la capital madrileña tras graduarse en el colegio de su país. Allí tenía una microempresa de accesorios como pulseras y collares hechos por ella misma.
Una de sus mejores amigas, Tatiana Londoño,
A Yolanda Delfín Ortega le gustaba el clima de
Santiago de Compostela. La joven mexicana,
natural del Estado de Veracruz, llegó a la
capital gallega hace seis meses en un programa
de intercambio para estudiar Derecho. “Le
habían recomendado esa escuela”, dice su hermana de 16 años al teléfono. Confirma con entereza que Yolanda ha muerto. Viajaba en el tren que descarriló a pocos kilómetros de la estación de Santiago. Había comenzado su viaje en Madrid, donde el día antes se despidió de
sus padres y de Mariana después de un mes de
vacaciones por Europa. “Había terminado los exámenes en junio. Fuimos a verla y queríamos que regresara con nosotros, pero ya no había billetes para esa fecha y tuvo que comprar la vuelta para el 2 de agosto”. Por eso volvió a Galicia el miércoles en vez de volar a México. El novio de la joven estudiante, Luis Ledesma, contactó con ella a través de la red social Facebook cinco minutos antes del accidente
La muchacha le dijo que cuando llegase a casa lo llamaría, pero esa fue la última noticia que tuvo de ella. No fue hasta después de las cuatro de la tarde hora
peninsular que la familia recibió la comunicación oficial por parte de la cancillería mexicana. La hermana de Yolanda ha asegurado que este sus padres viajan a España mismo jueves para recuperar el cuerpo.
Tal y como informa el diario 'Criteriohidalgo.com', según el director Acadméico de la Universidad Anáhuac, Ricardo Marín, la joven abandonó el país para mejorar su nivel académico. Sus buenas calificaciones y sus logros académicos permitieron a Yolanda optar por un intercambio académico con la Universidad de Santiago de Compostela, donde continuaría con sus estudios de Derecho. Por su parte, el secretario general de la casa de estudios, Manuel Vázquez Hernández, afirma que "la comunidad universitaria se encuentra muy consternada" y asegura que "Yolanda era parte de nuestro grupo de alumnos brillantes que gracias a su destacados estudios se fue de intercambio".
Rosalina  Altagraciana  Ynoa era una alta funcionaria del Ministerio de Planificación y Desarrollo de la República Dominicana. Era la menor de varios hermanos y tenía cuatro hijos. Vino a España porque quería dar una sorpresa a su hermana, que desde hace años reside con su pareja, visitándola en Santiago de Compostela. Ramón Jiménez, su cuñado,explicó que fueron sus parientes los que les avisaron de la visita
de Rosalina. "No sabíamos nada de que iba a venir aquí. Quería que fuese una tremenda sorpresa".
Hace unos días volaba junto al viceministro de su país de origen, Inocencio García, como parte de la representación institucional en una reunión de cooperación internacional. No se podían imaginar, ni ella ni ninguno de sus familiares, que sería un viaje
son retorno. Desde Madrid compró un billete del Alvia siniestrado con destino a Galicia.
La alta funcionaria era la menor de varios hermanos, estaba casada y tenía cuatro hijos.
Carla Revuelta, directora de la serie 'Aída'
(Telecinco) hasta 2010, es una de las 78 víctimas mortales del accidente del Alvia en Santiago. Su nombre aparecía en
la lista de fallecidos que poco a poco ha ido descubriendo las identidades de quienes perdieron la vida tras el descarrilamiento del tren. Conocida por haber dirigido y realizado algunas de las series más exitosas de la pequeña pantalla, el mundo audiovisual está de luto tras la pérdida de la realizadora, de 37 años de edad y cuyo último trabajo había sido la serie 'Fenómenos' (Antena 3), donde realizó labores de dirección y realización.
Directora de ficción desde hacía 14 años, Carla Revuelta había comenzado en la pequeña pantalla con 'Policías', como recordaba la realizadora de 'Aída' Mónica Artigas en su perfil deTwitter. "Me he enterado hace un rato de que mi amiga y compañera Carla iba en el tren, ha fallecido... Estoy desolada. Yo empecé en el medio con ella, en la serie Policías... El lunes comenzaba un nuevo trabajo... Lloro... el destino es muy cruel!", decía en dos tuits tras enterarse de que Carla era una de las personas de la lista de fallecidos.
Ayudante de realización en 'Mis adorables vecinos' (Antena 3), realizadora en la
mítica '7 Vidas' (Telecinco) y directora también de 'Los Quién' (Antena 3), Carla
Revuelta había participado también en programas de televisión como 'El traidor', 'La
selva de los famosos' o 'La noche de los tramposos'. Los actores con los que Carla
había trabajado durante estos 14 años de profesión no dudaron en mostrar su dolor
a través de sus perfiles de Twitter.
Así, Eduardo Casanova aseguraba estar "destrozado". "Gracias por todo Carla,
todavía no me lo creo. Un fuerte abrazo a los familiares", añadía el actor.
"Compañera, directora de Aida durante años, fallece en el accidente ferroviario. No
somos nadie, lloro con todos vosotros", comentaba David Castillo, que interpreta a
'Jonathan' en 'Aída'. Su compañero Secun de la Rosa también se acordaba de Carla. "El tren se ha llevado muchas vidas, entre ellas una compañera nuestra maravillosa llena de planes y sueños de sonrisa grande. Que pena", escribía. Los perfiles oficiales de la serie de Telecinco y el de los guionistas de la ficción también mostraban su apoyo a la familia de Carla Revuelta.
Además, Ana María Polvorosa, Julián López o Toni Acosta recordaban a la realizadora con la que habían trabajado en las distintas series de las que Carla se había hecho cargo a lo largo de su carrera.
Santiago de Compostela.- El periodista Enrique Beotas,
director y locutor de 'La Rebotica', ha muerto en el accidente de tren de Santiago. Actualmente en Gestiona Radio, ha sido la emisora la encargada de confirmar su fallecimiento, siendo una de las 78 víctimas mortales de la tragedia y una de las más de 50 que ya han podido ser identificadas.
El periodista natural de Ávila, aunque gallego de
adopción, Enrique Beotas había decidido acudir a la capital gallega para disfrutar de las Fiestas del Apóstol, que iban a tener lugar este jueves. El director de 'El Correo Gallego', medio en el que colaboraba actualmente, ha sido el encargado de recibir y arropar a la mujer y la hija del periodista, de 58 años, que se trasladaban a primera hora de la mañana hasta la ciudad gallega tras confirmar el pasado miércoles que Beotas era uno de los pasajeros del tren siniestrado y que no constaba entre los heridos.
Con más de 30 años de carrera a sus espaldas, Enrique Beotas conducía actualmente
'La Rebotica', -uno de sus programas más conocidos-, en Gestiona Radio los sábados
de 17.00 a 20.00 horas. De hecho, ha sido la propia emisora la que confirmaba el
fallecimiento de una de las voces más conocidas de la radio en España. Licenciado en
Periodismo y Publicidad, había dirigido y presentado programas como 'Autores de la Vida'. Cadena Ser, Radio España, Radio Voz, Cadena Blanca, Onda Cero, Punto Radio y Gestiona Radio en los últimos tiempos han sido las emisoras por las que 'La Rebotica' ha sido emitido.
Referente en la comunicación institucional, fue director de Relaciones
Institucionales y Corporativas de Unidad Editorial, empresa editora de 'El
Mundo', director general de Comunicación del Real Madrid, subdirector General de
Comunicación y Relaciones Institucionales del Grupo Radiofónico Onda Cero y
director de Comunicaciones y Relaciones de Acciona. Actualmente era director
editorial de Quator Quindici empresa dedicada a la gestión de comunicación. En su
currículo también figura haber sido director de la división de comunicación y gestión del grupo internacional Young & Rubicam, además de ser autor de libros como
'Manuel Fraga, cuaderno de notas de una vida', basado en las conversaciones entre Fraga y el periodista, que había sido jefe de prensa del político  gallego cuando ocupó la presidencia de Alianza Popular entre 1983 y 1989.
En su carrera no han faltado colaboraciones con 'El Mundo', 'Marca', 'La Razón' o Ya' y en revistas como 'Actualidad Española' y 'Gaceta Ilustrada'.
Juan Domínguez, jugador del Deportivo de la Coruña, es una de las vidas rotas en la tragedia de Santiago de Compostela. Él no viajaba en
ese Alvia 151 siniestrado, pero en el accidente ha perdido a su primo y a su tía.
Juan Domínguez abandonaba este jueves la concentración del Deportivo en la localidad lucense de Monforte de Lemos al enterarse de la noticia. El centrocampista se trasladó a la casa familiar en la parroquia de Limodre, en Pontedeume (La Coruña), para estar con sus allegados.
Su primo era Tomás López Brión, natural de Ferrol y de 21 años. Su tía, Elisa Brión Sobrido, de 46 años. Tomás y su madre, venían de
pasar unos días de vacaciones en Madrid junto a su hermana pequeña de 14 años, Laura, estudiante del colegio Las Mercedarias, que viajaba con ellos en el tren y resultó herida.
Ella permaneció consciente durante todo el siniestro y fue quien identificó el cuerpo de su hermano, una de las primeras víctimas confirmadas.
De hecho, el trágico desenlace de Tomás, que estudiaba en el CIFP Rodolfo Ucha de
Ferrol y lo había hecho anteriormente en el instituto Saturnino Montojo, lo anunciaba su propio padre en su perfil de Facebook a los pocos minutos de que se produjese el accidente: “Mi hijo ha muerto”, escribía en su muro el arquitecto Tomás López Lamas. Elisa Brión Sobrido , madre de Tomás y Laura y tía política de Juan Domínguez, era muy conocida en Ferrol. Hermana de María José Brión Sobrido, vicegerente del campus ferrolano, había desempeñado hace unos años en la ciudad el cargo de directora de la unidad de Promoción y Desarrollo del Plan Ferrol, un programa para la reindustrialización de la zona impulsado por el Gobierno. Era experta en gestión de proyectos, formación empresarial y comunicación, diplomada en Relaciones
Laborales, y había trabajado dentro y fuera de Galicia en la iniciativa pública y privada
CAROLINA BESADA (18 años)
"Acaba de descarrilar el puto tren en el que venía mi hermana". Eran las primeras palabras de la
tarde del miércoles de Marta Besada, una joven de Orense que todavía no conocía el alcance del accidente. Minutos más tarde, su cuenta de Twitter se llenó de mensajes. "Es horrible esta espera. En cuanto sepa algo os aviso", comentaba Marta. En un primer momento, los rumores eran esperanzadores: "Me acaban de decir que el vagón en el que iba mi hermana volcó y que probablemente sólo tenga heridas leves", decía ilusionada. Veinticuatro horas más tarde, los peores presagios se hicieron realidad: "Y entonces, silencio. Descansa en paz, Lila".
RODRIGO DE ANTONIO (22 años)
Natural de Ferrol, Rodrigo de Antonio, era conocido como 'Tortu', un apodo gracias al tatuaje de
una tortuga pequeña que lucía en la espalda. Era monitor en el Centro Juvenil Paseo, se iba a
campamentos con los niños que allí se encontraban y realizaba actividades con ellos. Precisamente, el Centro ha querido mostrar sus condolencias al conocer el fallecimiento de 'Tortu': "Día triste para la familia del Centro Juvenil, rezamos por esa estrella que va a brillar más en el cielo". También se dedicaba a entrenar equipos de fútbol. Viaja a la ciudad de Ferrol, su ciudad natal. Pocas horas
antes de morir escribió en Twitter: "De camino al lugar donde pertenezco".
DAVID VILLOLDO (27 años)
Los que conocían bien a David lo calificaban como un chico, humilde, tímido y muy sano. El joven, gallego de nacimiento de 27 años, cuya vida acabó en el fatídico viaje a Santiago de Compostela. Aunque residía en Madrid, David estudió en su tierra natal. Después, tuvo la oportunidad de ir a la Universidad de La Coruña. ¿Su pasión?, el deporte, y concretamente el fútbol. Además pertenecía a la peña deportivista 'Centenariazo', desde donde le enviaron el siguiente mensaje: "Amigo y hermano de nuestra mini familia en Madrid, descansa en paz".
DAVID MARTÍN Y LAURA NAVEIRAS (21 años)
Eran novios, y habían tomado el tren para visitar la tierra de ella. Ambos estudiaban Medicina en
la Universitat de Lleida, la cual confirmó la tragedia: "Se han ido dos buenos médicos pero mejores personas". Él tenía 21 años, nacido en Bohonal de Ibor (Cáceres), y era hijo de una empleada del Servicio Extremeño de Salud.
ELENA ARROJO AUSINA (32 años)
Muchos vecinos volvían ayer a casa para las fiestas de Santiago. En ese tren llegaban a tiempo de ver los fuegos artificiales. Elena Arrojo Ausina era una de ellas. La guardia civil compostelana de
32 años llevaba cuatro trabajando en la casa cuartel de Yunquera de Henares (Guadalajara).
Acababa de tomarse las vacaciones y las iba a pasar en casa. “Aquí hay mucha gente joven y ella estaba bastante integrada”, relata un agente de la misma unidad, que prefiere no ser identificado. Arrojo no tenía hijos y no estaba casada, según su compañero. Era una chica “muy buena”. No sabe si Yunquera de Henares fue su primer destino como guardia civil y no está autorizado a dar más datos sobre su carrera profesional, pero sí que sabe que esta localidad de unos 2.000 habitantes, está “muy afectada” y muchos acuden al cuartel a trasladar sus condolencias.
JOSÉ MARÍA ROMERAL (65 años)
Chema, como todo el mundo le llamaba, era natural de un pueblo de Ciudad Real. Desde hace 10
años era vicario de la iglesia de Santa Teresa de Jesús, una parroquia del municipio madrileño de
Colmenar Viejo. "Era una persona anónima pero maravillosa. Era también un pintor fenomenal, un decorador", relata una catequista, con la voz rota por la emoción. Romeral cogió el Alvia porque quería pasar una semana de vacaciones en Galicia.
LUIS MANUEL RODRÍGUEZ VALLEO (44 años)
A Luismi, lo conocían todos en el polígono de Torrehierro (Talavera de la Reina). “Llevaba por aquí toda la vida”, relata un mecánico. “Conozco a su familia, aunque a él no le pongo cara”, reflexiona un segundo. Otros, están tan afectados que no se atreven a hablar de él. Casado y con dos hijos, Luis Manuel Rodríguez Vallejo, de 44 años, regentaba, junto a un socio el taller mecánico Automoción Rodríguez Moreno, un oficio que le venía de familia. “Todos se han ido para allá [Santiago de Compostela], aquí no queda nadie”, se excusa un trabajador Talleres y Servicio Vallejos e Hijos, que pertenece a un tío del fallecido, que no sabe por qué Rodríguez viajaba en el tren.
LEONOR BUENDÍA (67 años) y JOSÉ LUIS BALEIRAS POCH (70 años)
La maestra jubilada Leonor Buendía, de 67 años, y el militar retirado José Luis Baleiras Poch, de
70, querían aprovechar la celebración de las fiestas del Apóstol Santiago para pasar unas vacaciones en Galicia, según el rotativo murciano 'La Verdad'. Baleiras, originario de Ribeira (La Coruña) fue destinado en su juventud al cuartel general de la Armada de Cartagena, donde conoció a su esposa, instructora en el colegio público San Isidoro y Santa Florentina, y se afincó hasta retirarse. El diario local cita a fuentes familiares, que recibieron en la misma noche del miércoles una llamada que anunciaba la muerte de él, y durante la mañana del jueves, llegaba la noticia del fallecimiento de la mujer. De sus tres hijos, informa el mismo periódico, el único varón también es militar y está de misión en Afganistán. Ya ha emprendido el camino de retorno para acudir al funeral.
ANTONIO JAMARDO VILLMARÍN (40 años)
En el pequeño pueblo de Pontecesures (Pontevedra), la familia de Antonio
Jamardo le esperaba a él y a su novia. No era una visita cualquiera: el más
pequeño de sus hermanos se casaba el sábado. Jamardo se había mudado hacía
un par de años a Madrid, donde era comercial en una fábrica de aluminio, según ha explicado Amancia Villamarín, su tía. Su novia se encuentra entre los heridos leves.
JUANA ARGANDA (64 años)
Juana y su marido, Antonio Rodríguez Gómez, de 67 años, que resultó herido de
gravedad en el accidente, cogieron el Alvia en la estación de Ávila. Cerca, en la
idílica localidad de Navaluenga (Ávila), pueblo natal de ella, el matrimonio tiene
una casa a la que solían acudir a refrescarse del rigor del verano en Toledo,
donde residen habitualmente. Juana y Antonio viajaban a Galicia a ver a una de sus cinco hijos y a su marido, el entrenador de baloncesto Rubén Espeso, gallego de origen, cuyos padres habían invitado a sus consuegros a celebrar con ellos la fiesta mayor de Santiago. No pudo ser.
ANA ÁLVAREZ CARBALLO (45 años)
Ana Álvarez, funcionaria, falleció en el acto. Natural de Ourense pero residente en La
Coruña, se desplazó a Orense junto a una de sus dos hijas, de seis años, para que la
pequeña visitara a sus abuelos. Volviendo de la visita sucedió el accidene. La niña fue
hospitalizada pero está bien
KARMELE SANZ (53 años)
Nacida en Andoaín (Guipúzcoa), vivió durante 25 años en Santiago. Trabajó como auditora, primero en Sodiga y despues en Tracsa. Al final se montó su propia auditoria en la calle Tras do Pilar de Santiago. Soltera y residente en Madrid, se desplazaba a Santiago para celebrar junto a unos amigos el día del Apostol.
ANA MARÍA CÓRDOBA
Viajaba con su marido, Luis Felipe Córdoba, y su hija adolescente: Cristina Córdoba. De
origen colombiano pero de nacionalidad estadounidense, se dirigían a Santiago para
visitar a su hijo, que había estado haciendo el camino de Santiago. Moreno, alto,
vestido de excursionista y teléfono en mano, se le vió ayer por la noche sobre las 22:30 en la sala de espera de la Clínica de Santiago preguntando por "una chica de 16 años". Su padre fue hospitalizado con una contusión craneal y su madre (Ana María Córdoba) falleció.
ANTONIO REYES, ROSA QUIJANO, ESPERANZA MÁRQUEZ, FRANCISCO
GARCÍA E IGNACIO BUSTAMANTE
Tres familias gaditanas que viajaban juntas a Santiago quedaron truncadas por la tragedia ferroviaria. Antonio Reyes tenía 60 años. Estaba a punto de jubilarse como profesor del Instituto Sancti Petri, de San Fernando (Cádiz). Junto a su esposa, Rosa Quijano, su hija Fátima, de 26 años, y dos matrimonios más -los formados por Esperanza Márquez y Francisco García y por Ignacio Bustamante y Josefa Álvarez- acudía a Galicia para encontrarse el Día del Apóstol con unos amigos, también gaditanos, que habían culminado el camino de Santiago. Solo Josefa Álvarez y la joven Fátima, con síndrome de Down, sobrevivieron al descarrilamiento.
Ignacio Bustamante, funcionario del Ayuntamiento gaditano y conocido en
la ciudad por sus cargos en cofradías de la Semana Santa, fue identificado como uno de los fallecidos a primera hora de la tarde.
Y así, hasta 78. DESCANSEN EN PAZ