domingo, 28 de abril de 2013

Se hace justicia: cadena perpetua a ETA


  • La Justicia francesa condena por primera vez a esta pena a un terrorista español. El Tribunal considera al etarra «Ata» autor material del asesinato de los guardias civiles
El Tribunal de lo Criminal de París condenó ayer por primera vez a un etarra español a cadena perpetua. Mikel Carrera Sarobe alias «Ata» estará en prisión un mínimo de 22 años revisables como el asesino de los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero el 1 de diciembre de 2007 en Capbreton, al suroeste de Francia. La Corte dictó también una pena de 28 años de cárcel para Saioa Sánchez Iturregui «Hintza», como cómplice y miembro del comando responsable del crimen. Tendrá que cumplir dos tercios de la condena y el tribunal consideró, al igual que con «Carrera», que había actuado con premeditación.
Las magistradas exoneraron de responsabilidad en los hechos a Asier Bengoa López de Armendia, al que la investigación había considerado tercer miembro del comando. Sin embargo, fue condenado a 15 años de prisión por robo y receptación de diversos material relacionado con el apartamento de Toulouse en el que se refugiaron los etarras tras el asesinato. No consideraron suficientes las pruebas de olor obtenidas en el lugar de los hechos para condenarle por el asesinato.
Por su parte, Garikoitz Aspiazu Rubina «Txeroki» fue sentenciado a 9 años de prisión por diversos cargos de robo de armas y posesión de explosivos entre otros cargos. Tanto él como Carrera Sarobe fueron condenados por su cargo de «dirigentes de ETA», mientras que los otros cinco inculpados lo fueron por ser integrantes de la banda.
Ibón Goieaskoetxea Arronategi, que fue el encargado de alquilar el piso de Toulouse, fue condenado a una pena de 7 años de prisión por uso y posesión de falsedad documental, mientras que Eider Uruburu e Iratxe Zabaleta, esta última juzgada en rebeldía, fueron castigadas con cinco años de prisión.
En el caso de Carrera Sarobe, y como solicitó el fiscal, el Tribunal retuvo el agravante de premeditación. La convicción del Ministerio Público era que lo sucedido en Capbreton fue un «asesinato premeditado», aunque la decisión se tomara en un breve espacio de tiempo en el aparcamiento de la cafetería en donde se produjo el asesinato, y fruto además de una «acción concertada». La «sangre fría» y la «calma» con la que actuó el comando refuerza a juicio del fiscal la tesis de que fue una decisión reflexionada.
La sentencia se ha conocido al término de cuatro semanas de juicio durante las que el Tribunal de lo Criminal de París ha examinado cada una de las piezas de un denso sumario en presencia de seis de los siete acusados y de los familiares de los dos guardias civiles, que por primera vez, se sentaban frente a los verdugos de Centeno y Trapero. Un duro cara a cara que han tenido que afrontar, además del trance que supone para los padres de los agentes revivir el asesinato de sus hijos.
Durante la última sesión de ayer, ninguno de los etarras quiso añadir nada a lo expuesto, salvo Ibón Goieaskoetxea, que tomó la palabra en nombre del resto. Evitó referirse a los centenares de víctimas de ETA y sólo recordó a «los activistas muertos» de la banda acusando a la Guardia Civil de ser «la punta de lanza de la máquina represiva del Estado español».
El juicio terminó con un incidente entre los etarras, que se pusieron a cantar y a lanzar vivas a ETA, y los familiares de los agentes, que les respondieron. Una vez que la presidenta del Tribunal de lo Criminal, Xavière Simeoni, levantó la audiencia, los seis etarras se pusieron a cantar el «Eusko Gudariak», lo que desencadenó la reacción de las familias de los agentes asesinados. «¡Toda la vida en la cárcel, asesinos, cobardes!» fue uno de los gritos que les lanzó desde los asientos de la acusación particular la madre de Centeno, Blanca Esther Bayón, una de las que más se escuchó. También se oyeron proclamas como «¡Viva la Guardia Civil!», «¡viva Francia!» –no faltó algún «hijos de puta»– mientras los seis condenados –hay una séptima, Iratxe Sorzábal Díaz, que también ha sido sentenciada en rebeldía, ya que se encuentra en busca y captura– al terminar de entonar el himno al soldado vasco lanzaron repetidamente el «¡Gora ETA!».
Los condenados
- Mikel Carrera Sarobe, «Ata»
Cadena perpetua
Considerado el «ejecutor» de los asesinatos
- Asier Bengoa
15 años
Condenado por otros de los cargos a los que se enfrentaba
- Garikoitz Aspiazu Rubina, «Txeroki»
9 años
Condenado como jefe terrorista en el momento del crimen
- Saioa Sánchez Iturregui
28 años
Tendrá que cumplir dos tercios de la condena
- Eider Uruburu Zabalet
A 5 años
Esta terrorista ya cumple otra pena de seis años

La satisfacción de una madre

«Feliz estancia en prisión»
Blanca Esther Bayón, madre de Raúl Centeno, se mostraba «encantada» con la cadena perpetua de «Ata» y los 28 años para Saoia Sánchez. No estaba muy satisfecha con la condena a Asier Bengoa, aunque aseguraba que «tiene lo suyo» con 15 años. Les deseaba a los etarras una «estupenda estancia» en las cárceles francesas tras las cuatro semanas –«muy duras»– de juicio en París. Ayer, no obstante, fue «un alivio» para las familias. Eso sí, Bayón se mostraba a favor de una cadena perpetua también en España.

Aprendiendo

Un poco de cultura  de los años 1600 al 1700.
                                        Imagine por un momento, como eran aquellos tiempos. 
“Le chambre du roi” –   La habitación del rey... No tenía cuarto de baño.
Todavía no había cuartos de baño tal como los conocemos hoy, ni qué hablar de desodorante o papel higiénico.
Los excrementos humanos se depositaban en la “escupidera” o “taza de noche” y luego eran arrojados por las ventanas del palacio.
Incluso en invierno, las personas evitaban acercarse demasiado entre ellas a causa del mal olor que despedían, ya que por el frío no se bañaban.
El primer baño del año era tomado en el mes de mayo.
Cuando se bañaban, lo hacían en una única bañera enorme llena de agua caliente. El jefe de la familia tenía el privilegio del primer baño en agua limpia. Después, sin cambiar el agua, seguían los hombres de la casa, siempre teniendo en cuenta las edades, primero los mayores; luego seguían las mujeres, también por edad, y finalmente los niños.
Los bebés eran los últimos en bañarse. Cuando les llegaba el turno, el agua estaba tan sucia que era posible, literalmente, perder un bebé adentro de la bañera. De ahí la expresión ”don´t throw the baby out with the bath water” que debe tomarse como “No tirar al bebé afuera, junto con el agua del
baño”.
 La mayoría de los casamientos tenían lugar en mayo y junio, ya que el olor de la gente todavía era soportable.
 Sin embargo, para ocultar el olor, las novias llevaban enormes ramos de flores para disimular el olor proveniente de sus partes íntimas.
 Puede que por eso, mayo sea el mes de las novias y éste el origen de llevar flores.
 ¿Y las fiestas? En aquellos días, en la cocina del palacio podía hacerse un banquete para 1.500 personas sin agua corriente y sin el requisito mínimo de higiene.
 En las salas, con techos sin cielorraso, las vigas de madera que sostenían
los techos eran el mejor lugar para que se acomodasen perros, gatos, ratas
y diversos insectos.
Cuando llovía, las goteras obligaban a los animales a saltar al piso, y así
nace la expresión “It’s raining cats and dogs” “Están lloviendo gatos y
perros”.


 La nobleza y la gente pudiente, utilizaban platos de estaño. Ciertos tipos de alimentos hacían que este material se oxidara, causando entonces muchas muertes por envenenamiento
 También utilizaban copas de estaño para cerveza o whisky, y esta combinación, a veces dejaba al individuo “knock out”, en una especie de narcolepsia inducida por la mezcla de la bebida alcohólica y el óxido del estaño.
 Pensando que estaba muerto, le preparaban el funeral. El cuerpo era colocado  en la mesa de la cocina y, por algunos días, la familia se quedaba a su alrededor, comiendo, bebiendo y esperando para ver si despertaba.
Si no despertaba, hacían el funeral y otra vez vigilia al lado del ataúd.
 En aquella época, sobre todo en Inglaterra, donde había poco territorio, no siempre había lugar para enterrar a los muertos, por eso los ataúdes eran abiertos después de cierto tiempo, Los huesos eran colocados en un osario común, y el ataúd utilizado para otro cadáver.
A veces, cuando se abrían los ataúdes, se veía señales de arañazos en el interior de la tapa, lo que significaba que los muertos, no siempre estaban muertos al enterrarlos
De ahí surgió la idea de amarrar una tira de tela en la muñeca de la
persona fallecida, a dicha tela, que pasaba por un agujerito hecho en
el ataúd, se le ataba una campana en el otro extremo.
Después del entierro una persona se quedaba de guardia junto a la
tumba por unos pocos días.
Si la persona despertaba, el movimiento del brazo hacía sonar la
campana y sería “Saved by de bell”, expresión que usamos hoy en día
cuando decimos “Lo salvó la campana” o “Me salvó la campana”.
Se acabó la historia.

BELLAS PARA MONTARLAS