viernes, 22 de noviembre de 2013

Policías dan el alto al bandolero de Las Cuevas de Luis Candelas y le piden la licencia de su trabuco


Si hay un personaje plenamente reconocible en el Madrid de los Austrias, y que vive en la permanente sombra del Arco de Cuchilleros, ese es el bandolero con trabuco que sirve de gancho decorativo para atraer a los turistas al restaurante de Las Cuevas de Luis Candelas, sito en los aledaños de la Plaza Mayor.
En la primavera pasada, en un inesperada paradoja espacio-temporal, la Policía Municipal de Madrid decidió dar el alto a tan singular figura, y tras ponerse unos chalecos antibalas a modo de protección, le pidieron los papeles de su trabuco, que data de 1837 como luce cincelado en su lomo.
Así lo cuenta José, el camarero que ese día le tocaba vestirse de salteador para hacer la ronda: “Estaba dando una vuelta por la calle cuando de pronto aparece un coche de la Policía Municipal, se bajan dos agentes y me dicen: ‘Oiga, disculpe, ¿tiene usted licencia para ese trabuco?’. Entrégeme el trabuco”.
Ante la negativa del bandolero a soltar su instrumento de trabajo, los agentes entraron al interior de este templo de las gastronomía cañí para hablar con el encargado, sólo para descubrir más tarde que las paredes también lucían profusamente decoradas con docenas de trabucos, pistolas antiguas y varias navajas de Albacete.
Ante la también negativa del propietario (“este trabuco lleva en la puerta desde 1949, el mismo siempre, y nadie lo había robado ni se le deja jamás a nadie”) la Policía Municipal le pasó el muerto a la Guardia Civil, diciendo a los interesados que tenían que regularizar la situación de tan peligrosa arma (“cegada de siempre”) ante el Instituto Armado.
Unos días después, una pareja de números de la Benemérita se presentaron por allí para recorrer el local y examinar el trabuco y el resto de armas de esta especie de museo del bandolerismo español de hace dos siglos, y que toma nombre de uno de los más célebres salteadores de caminos, nacido en Lavapiés en 1804.
“No hemos vuelto a tener noticias de ellos”, explica Félix Colomo, hijo del fundador de la tasca, mientras asegura que su gente volverá a patrullar las calles trabuco en ristre, como han hecho durante más de medio siglo para goce y disfrute de extranjeros y foráneos.

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