martes, 24 de septiembre de 2013

¿Para que sirve el ombligo?

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En muchas obras de ficción, tanto de cine como de televisión y literatura, se pueden encontrar numerosas referencias a clones o criaturas de otro tipo pero creadas artificialmente, que aún no siendo humanas poseen una apariencia exactamente igual a la de los humanos.
De manera que el ombligo es una de las marcas características y esenciales en el ser humano, que nos acompaña desde que nacemos.
Lo cierto es que después que nacemos el ombligo no sirve para nada. Es decir, no está presente en nuestro cuerpo para cumplir una determinada función vital ni está relacionado a nada que pueda afectar o proteger nuestro cuerpo y nuestro organismo.
De todas maneras, sí se han ido construyendo social y culturalmente, a lo largo de la historia, distintos significados y propósitos del ombligo. Durante mucho tiempo mostrar el ombligo fue considerado un tabú, mientras que en la actualidad el ombligo tiene un propósito puramente estético, como lo demuestra el hecho de que sean muy comunes prendas de ropa femenina que dejan el ombligo al descubierto, o que incluso sea muy frecuente que el ombligo se adorne con piercings.
Por otra parte, generalmente el ombligo se asocia con conceptos como algo central y primordial, como lo demuestran las frases “el ombligo del mundo” o “mirarse su propio ombligo”.

Pero si el ombligo está presente en nuestro cuerpo y, a diferencia de casi todos los demás elementos del cuerpo humano, no cumple ninguna función esencial, hay que preguntarse por qué tenemos ombligo, en lugar de para qué sirve.
Como dije antes, desde que nacemos el ombligo no nos sirve para nada. Pero antes de nacer el ombligo juega un papel vital en nosotros. O mejor dicho, el cordón umbilical.

El cordón umbilical

Mientras el bebé se desarrolla en la panza de la madre, el feto está flotando en un fluído líquido que lo rodea y lo protege. Inmerso allí, el bebé no puede respirar o alimentarse por sí mismo, por lo que posee un tubo flexible unido a la zona del abdomen que le aporta oxígeno y los nutrientes esenciales y es el principal lazo que lo une con la madre.
El ombligo marca el punto en el que el cordón umbilical estaba unido al bebé. Cuando el bebé nace y se larga a llorar, eso significa que el niño ya puede respirar por sí mismo. También luego podrá alimentarse de la leche de su madre y evacuar por sí mismo, por lo tanto, ya no necesita el cordón umbilical.
Es allí que el médico procede a cortar el cordón, lo que deja en el abdomen la cicatriz que luego se convertirá en el ombligo y que permanecerá en su cuerpo durante toda la vida. Dado que el ombligo es una cicatriz y básicamente se define por el modo en que se corta el cordón umbilical o las circunstancias puntuales de ese momento (pueden quedar restos de tejido de la cicatriz) y no por la genética, el ombligo puede tener diferentes formas y tamaños.
La distinción más habitual se establece entre los ombligos que son hacia adentro y los que son hacia afuera. El 90% de las personas tienen el ombligo hacia adentro.

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