miércoles, 4 de septiembre de 2013

! EL POEMA DE LA CULPA !


Yo  la amé, y era  de  otro,  que también la  quería. Perdónala  Señor,  porque  la culpa  es mía. Después de  haber besado  sus cabellos de  trigo,
nada  importa la culpa,  pues no  importa  el  castigo.

Fue  un pecado quererla,  Señor, y, sin embargo mis labios están dulces por ese amor amargo. Ella  fue como un agua  callada que  corría...
Si  es culpa tener sed, toda la culpa  es mía.

Perdónala  Señor,  tú que le diste a  ella
su frescura  de  lluvia  y esplendor de estrella.
Su alma  era transparente  como un vaso  vacío:
yo  lo llené  de  amor.  Todo el  pecado  es mío.

Pero,  ¿cómo no amarla,  si tú hiciste  que fuera turbadora  y  fragante  como  la primavera?
¿Cómo  no  haberla  amado, si era  como el rocío
sobre  la  hierba seca y  ávida  del estío?

Traté  de  rechazarla,  Señor, inútilmente,
como  un surco que  intenta rechazar el  simiente. Era  de  otro.  Era de  otro  que  no la  merecía,
y  por eso,  en sus brazos,  seguía  siendo  mía.

Era  de  otro,  Señor,  pero  hay cosas sin dueño:
las rosas y  los ríos,  y el amor y  el  ensueño. Y ella me dio  su amor como se  da  una  rosa como  quien lo da  todo, dando  tan poca  cosa...

Una  embriaguez extraña  nos venció  poco  a poco:
ella no  fue culpable, Señor...  ni yo  tampoco La  culpa es toda tuya, porque  la hiciste bella y  me  diste los ojos para  mirarla a  ella.

Sí,  nuestra  culpa  es tuya,  si es una  culpa  amar
y  si es culpa de un río  cuando  corre  hacia  el  amar. Es tan bella, Señor,  y es tan suave, y tan clara,
que  sería  pecado  mayor si no  la amara.

Y  por eso,  perdóname,  Señor, porque  es tan bella, que  tú, que  hiciste el  agua,  y la flor,  y la estrella, tú,  que oyes el lamento  de  este  dolor sin nombre, tú también la amarías,  ¡si  pudieras ser hombre.

Poema: José Angel Buesa

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