jueves, 9 de mayo de 2013

«No quería autolesionarme, solo quiero que alguien me escuche»

«No quería autolesionarme, solo quiero que alguien me escuche»

Isabel R., de 42 años, acudió ayer al Palacio de Justicia portando una bolsa en la que guardaba una camisa rociada de gasolina. Estaba desesperada, y exigía a gritos una reunión con algún fiscal que la ayudara, sino se quemaría a lo bonzo allí mismo. Gritando se acercó a los vigilantes del palacio para exigir una cita, pues tiene problemas con su vivienda y se quejaba también de no tener horas para atender a sus hijos debido a su trabajo.
Los vigilantes detectaron cierto olor a gasolina y avisaron a la Policía Nacional. Varios agentes se personaron en el lugar e intentaron calmar a la mujer que se resguardó en el cercano Centro Cívico. Allí, en la primera planta lograron reducirla y la esposaron, no para detenerla, como pensaron algunos presentes, «sino para que no atentara contra ella misma y trasladarla a un centro de salud. Fue un auxilio no una detención», explicaron desde la Policía Nacional. De allí fue trasladada a un centro de salud.
Isabel portaba una bolsa con prendas rociadas con gasolina, según comprobaron los agentes, y varios mecheros. Sin embargo, negó ayer por la noche que intentara «autolesionarse», «yo solo quiero que alguien me escuche», se justificó.
Explicó que tiene «un pufo de 10.000 euros» debido a unos inquilinos que tuvo en un piso de su propiedad y que no la pagaron durante un año. En marzo los desahuciaron, pero «me encontré la vivienda destrozada y me habían robado muebles». Puso la correspondiente denuncia, pero la pasada semana le llegó una carta del juzgado en la que le informaba que el caso quedaba archivado por falta de pruebas. Isabel intentó, entonces, entrevistarse con «el fiscal Tomás Álvarez-Buylla». Como no tenía éxito, «pasé por una gasolinera a que me echaran gasoil en una vieja camisa». Pensó que era un buen modo de llamar la atención «porque no iba a aparecer con una pistola...». Así se presentó en el Palacio de Justicia. Sin embargo, insistió, «no quería quemarme a lo bonzo. Tengo una familia a la que quiero».
Su marido fue el que sospechó de que podía cometer algún altercado, y lo advirtió a su suegra. La madre de Isabel se presentó rauda en los juzgados y pidió la colaboración policial. «Los agentes me pillaron en el centro comercial y me quitaron la bolsa, pero se portaron muy bien conmigo». Ahora, espera que el fiscal le reciba, pero por lo pRonto «ya he logrado que un abogado conocido de la familia me lleve el caso».

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