lunes, 3 de diciembre de 2012

¡VAYA TROPA!


MIGUEL A. BELLOSO
02/12/2012


Como frecuento estos días los hospitales me he encontrado a sus puertas a chicos jóvenes con batas blancas en las que se podía leer: «soy médico, soy farmacéutico, estoy en huelga, ¡pregúntame por qué!». Les he preguntado y me dicen que porque el Gobierno quiere privatizar la sanidad y también porque ha decidido cobrar un euro por receta aquí en Madrid, igual que en Cataluña y en otros lugares del país. Les pregunto a su vez: ¿y no tenéis ningún folleto para firmar por la privatización completa y total de la sanidad y del conjunto de la nación? Como es obvio, no tienen alternativa: o firmas o te vas, pero antes les cuento que mi experiencia con la sanidad es la contraria de la apocalíptica que ellos imaginan. 
> Desde que mi centro de referencia está gestionado por una empresa privada funciona como un reloj suizo, y los enfermos son tratados igual. Como suizos. Por eso el espectáculo de estos licenciados que en lugar de hacer honor al juramento hipocrático o dispensar regularmente medicinas se declaran en huelga, que lo primero que han aprendido en las escuelas y universidades es a reivindicar sus estúpidos derechos en lugar de a cumplir con sus obligaciones, es la mejor demostración del fracaso del sistema educativo, dominado desde antes de la muerte de Franco por la izquierda. Pero a mí, estas demostraciones infantiles, en lugar de achicarme, me ponen. Que el país esté empezando a declararse en guerra, es decir, que otros colectivos como los universitarios y los profesores, los jueces, los abogados, los funcionarios -incluso los policías-, los basureros, los bomberos, todo Dios, por resumir, esté cabreado es la señal inequívoca de que el Gobierno está empezando a hacer las cosas bien. Todos estos señores defienden legítimamente su interés, pero éste jamás suele coincidir con el bien común, que es el objetivo que debe perseguir todo político decente. Yo estoy a favor de la gestión privada de la sanidad, del euro por receta, del aumento de las tasas judiciales, de la congelación de las pensiones, de la supresión de la paga extra a los funcionarios y de todas aquellas medidas que haya que adoptar para salvar a un país maleducado y mal acostumbrado, que lleva décadas viviendo por encima de sus posibilidades.

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