martes, 25 de septiembre de 2012

Suicidios políticos en Internet

combo 2 Suicidios políticos en Internet

La Historia recuerda a políticos por máximas afortunadas que han pasado a la posteridad. Y hay también no pocas carreras políticas convertidas en historia por un tuiteo desafortunado. Internet se ha cobrado últimamente más víctimas que los congresos  de partido. Porque pocos se salen del guión, escrito o memorizado, en público. Pero llegan a casa, se sientan delante del ordenador y teclean todo lo que llevan dentro. Solo cuando las peticiones de dimisión comienzan a llegar a raudales toman conciencia de que el mensaje de Facebook compartido con sus trescientos mejores amigos ha dado la vuelta al mundo. Porque los fans, que para eso están, lo jalean, pero en internet, muchas veces, los amigos de los amigos son el adversario.
La última víctima de las redes sociales ha sido un concejal de Izquierda Unida en Corvera, que en un momento de creatividad de dudoso gusto humorístico colgó Facebook sus nada buenos deseos para el presidente de Ryanair, Michael O’Leary. “Es usted una puta rata asquerosa que merece ser ejecutada. Espero que algún día yo pueda hacerlo con mis propias manos después de haberlo torturado durante días”. “Era una broma con mis amigos”,explicó posteriormente. Porque cuesta recordar que  tras las reconocibles caras de los colegas del muro hay novecientos millones de perfiles, algunos no tan amigables.
Algo similar le ocurrió Gerardo Robles, de Foro Asturias, víctima de mensaje en Twitter con el que quiso dar su opinión sobre la muerte de Santiago Carrillo. Mientras el Ayuntamiento de  Gijón izaba  sus banderas a media asta, Robles aseguró que no solo no sentía el fallecimiento, sino que pidió  ”tres días de fiesta nacional”. Y claro, al portavoz de IU, Jorge Espina, le faltó tiempo para pedir su dimisión. Y al PSOE también. Dos días después del mensaje Robles anunciaba que dejaba los puestos que ocupaba en diversos organismos municipales.
Tampoco olvidará su compañera de partido Carmen Fernández su fulgurante irrupción en las redes sociales. Su comentario “en Asturias no solo tenemos la tasa de natalidad más baja de España, sino también la de inteligencia” como análisis de los resultados electorales disparó los comentarios en Twitter pidiendo su dimisión. El aluvión de críticas fue tal que la parlamentaria pidió “DISCULPAS”. Así, en mayúsculas.
En el PSOE, una de las más recientes y sonadas meteduras de pata se la anotó Elena Valenciano. En el calor de su apoyo a la selección española no dudó en preguntar al mundo desde su cuenta de Twitter si alguno de sus 39.977 seguidores había visto alguna vez “un tío más feo que Ribery”. Y claro, tuvo que disculparse con el futbolista de la cara marcada por el accidente  de tráfico que sufrió con solo dos años. “Es la sensación de estar conectada con tanta gente. Se me olvida que cuando digo algo no lo dice Elena, sino la dirigente del PSOE”. Esta último (su cargo)  se lo recordó el vicesecretario general de Nuevas Generaciones en un tuit también poco afortunado. “El único mérito de Elena Valenciano es ser mujer. Nunca logró acabar la carrera. El PSOE y sus líderes de altura”.
Esperanza Aguirre, con experiencia en este tipo de deslices ya había advertido que “Twitter es una cosa muy compleja que a veces da disgustos, y nosotros tenemos varios ejemplos”. Como el del secretario de Organización de Nuevas Generaciones de Majadahonda, que llamó“tipeja” a la presidenta de la asociación de víctimas del 11M, Carmen Manjón. O Salomé Pregó,  a la que los 140 caracterens le bastaron para decir que “en España no cabe un tonto más: regalamos 25 millones de euros para África! A nosotros no nos regalan nada para paliar nuestras necesidades”. Y eso, que según su perfil había ido a un curso de redes sociales y a otro de comunicación a cargo del Partido Popular.
Con las campañas electorales los ánimos se enardecen y algunos las inician con tanto ánimo que no llegan a terminarlas. Eso le ocurrió a Fernando Autrán, alto cargo del Ayuntamiento de Madrid, que definió a Carmen Chacón como “pija de colegio de pago”. Gallardó ordenó su destitución fulminante. La exministra del PSOE tiene entre sus muescas otros miembros del PP. Entre ellos, Francisca Pol, la candidata al Senado por Baleares que no tuvo mejor ocurrencia que distribuir por la red un fotomontaje de Chacón con un pecho al aire y el comentario “lo que tiene que hacer una ministra del PSOE para ganar votos”.
A Toni Cantó también le llovieron críticas por comentar en Twitter “hoy el hemiciclo está algo desangelado”. Las respuestas le llegaron desde el propio Congreso y por la misma vía. “De Toni Cantó, lecciones las justas. No se puede ser más tonto, vuelve a la farándula”,respondió la parlamentaria asturiana Carmen Rodríguez Maniega en una intervención que hizo poco por sosegar el debate sobre la dedicación de los parlamentarios españoles.
El 90% de los autores de este tipo de comentarios recurren al “perdón, perdón, perdón…” en menos de 24 horas. Una disculpa, lo más rotunda posible, que a veces cuantas más explicaciones peor. Pero también hay quien se empeña en busca una  justificación que le exima de responsabilidad. Una de ellas es que algún malvado ha suplantado temporalmente su personalidad. Y es verdad. Le ocurrió al mismo Mariano Rajoy, que tuvo que solicitar la retirada de sus falsos perfiles. Algo parecido tuvo que afrontar Andrea Fabra, famosa por su “que se jodan” durante el debate sobre las ayudas a los parados, de quien en pocos días se pudieron contar por cientos sus ‘sosias’ digitales. Los peligrosos hackers ha liado no pocas situaciones embarazosas, pero como anónimos que son también resultan idóneos para cargar con culpas ajenas. A la crueldad de estos piratas del ciberespacio tuvo que recurrir el PSOE cuando desde su cuenta oficial desacreditó a los dos candidatos que competían por la secretaría general. “Con una candidata podemos ir a peor y con el otro no vamos a ninguna parte”. Rubalcaba y Chacón coincidieron al menos en echar tierra sobre el asunto.
En otros casos, son los niños los que tienen que asumir la responsabilidad. Por ejemplo, los de la ministra de Empleo Fátima Báñez. Su eufórico “¡Obtuve 5.390 puntos en Bubble Shooter Adventures! ¿Puedes mejorarlo?ghh” fue cosa de los pequeños de la familia, “una travesura infantil”. También el hijo del presidente extremeño, José Antonio Monago, hizo partícipe al mundo de su talento: “He conseguido 2.215 puntos en Doodle Jump. Superad eso”. Reprimenda para el chaval. El padre se dio de baja en Twitter una  temporada.
Las meteduras de pata no son exclusivas de España. Hasta los americanos, que llevan ya muchos años utilizando las redes sociales para lanzar sus campañas, padecen problemas similiares. Y serios. El congresista Anthony Weiner tuvo que ofrecer su cabeza en una bandeja a Obama después de enviar por Twitter a varias mujeres fotos suyas en ropa interior. En Inglaterra tampoco se quedan cortos. El candidato laborista Stuart MacLennan, fue destituido por publicar en Twitter perlas como “creo que estoy complemetamente sobrio por primera vez en cuatro días”, por definir a los ancianos como “los que esquivan los ataúdes” o a una mujer obesa como “la vaca más fea que he visto”.
Algunos estudios señalan que Facebook y Twitter son más adictivos que el tabaco y el alcohol. Debe ser verdad. Los recorridos del alcalde de Oviedo por la ciudad, fotografiando distintos rincones de la capital y subiendo las imágenes has internet se han hecho populares entre los internautas. Pero también con esto hay que ser prudente con lo que se sube y con lo que se comparte. Porque mientras Agustín Iglesias Caunedo colgaba las fotos de las fiestas de San Mateo, desde Gijón, la empresa municipal de limpiezas, Emulsa lanzaba el siguiente mensaje: «Lo guarra que es la gente. Y, a pesar de ellos, Oviedo sigue siendo una de las ciudades más limpias de España». El texto iba acompañado de los restos de un botellón en la capital asturiana.
Y sin embargo, los políticos persisten  en dar sus opiniones sobre lo divino y lo humano en las redes sociales porque confían en ellas como una forma de contacto directa con la ciudadanía. “El que está se equivoca, el que no está, no”. La frase es de González Pons.

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