jueves, 20 de septiembre de 2012

La matanza de Paracuellos: el sangriento agujero de Carrillo


El exterminio de unas 2.500 personas en esta localidad madrileña se le achaca a Carrillo, que en noviembre de 1936 era miembro de la Junta de Defensa de Madrid.

"Les habla el comandante Muñoz: estamos a punto de aterrizar en el aeropuerto de Madrid-Barajas. La temperatura es de 22 grados y el cielo está despejado. Dentro de unos minutos, verán el pueblo de Paracuellos del Jarama. Como saben, más de dos mil quinientas personas murieron asesinadas durante noviembre y diciembre de 1936. Entre ellas estaba mi padre. Quisiera recordarles que uno de los responsables de esa horriblematanza se encuentra en estos momentos sentado en este avión, en el asiento 11-D. Buenos días y gracias por volar con Iberia".
Es una historia que cuentan los altos ejecutivos de la compañía aérea española. Y no es una leyenda. Todos los historiadores señalan aSantiago Carrillo como uno de los responsables de aquel exterminio en masa llamado Paracuellos de Jarama.
¿Qué pasó exactamente esos meses de noviembre y diciembre de 1936?
Así lo cuenta el historiador Paul Preston en 'El Holocausto español'. “Tras avanzar por la Ciudad universitaria y la Casa de Campo, el 6 de noviembre los rebeldes [las tropas franquistas] llegaron a menos de 200 metros de la prisión más grande de la ciudad, la cárcel Modelo del Distrito de Argüelles”.
Había cerca de 2.000 encarcelados. La mayoría celebraba la pronta caída de Madrid y estaba claro que se iban a unir a los franquistas. Era laQuinta Columna invisible que tanto temían los defensores de Madrid. Había 8.000 prisioneros en las cárceles de la capital.
Presumiendo esta rebelión, durante las semanas anteriores, los anarquistas y los milicianos comunistas que defendían la República, se habían presentado en las cárceles de Madrid y alrededores para interrogar a los oficiales.
“Les ofrecieron la oportunidad de cumplir con su juramento de lealtad y combatir en nombre de la República. Todos se negaron”. Como eso constituía rebelión militar, les juzgaban y les fusilaban. Estas operaciones de extracción de militares infieles y ejecuciones sumarias se llamaban ‘sacas’. A medida que las tropas de Franco se acercaban a la ciudad, el temor de los defensores de Madrid crecía, y también se aceleraban las 'sacas'. Pero hasta entonces eran actos desorganizados.
Aquel 6 de noviembre de 1936, el gobierno de la República se trasladó a Valencia. Dejó al mando de la ciudad al general Miaja, que debía organizar la administración  civil y militar, cobijar a los refugiados, controlar la violencia de las checas y de la Quinta Columna. Esa tarde mismo, Santiago Carrillo, que militaba en las Juventudes Socialistas Unificadas, fue nombrado consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid. Al día siguiente, según Preston, Carrillo solicitó formalmente su adhesión al Partido Comunista.
Por la noche de ese día 6 de noviembre, Carrillo y otros miembros de la Junta de Defensa de Madrid se reunieron para elaborar los planes de extracción de prisioneros de las cárceles. Había militares, jueces, periodistas, artistas, sacerdotes…
Carrillo tenía 21 años y ya tenía un pasado militante aguerrido. En el intento de golpe de estado de 1934 organizado por UGT, el PSOE y el PCE, carrillo era uno de los enlaces de Madrid. Fue encarcelado.
Salió libre tras las elecciones de 1936 en las que ganó el Frente Popular. Carrillo solicitó sin tardanza un pasaporte para emprender un viaje a Moscú, cuenta Preston. Luego volvió a Madrid, y en noviembre empezó a organizar las matanzas.
Sin embargo, en sus  memorias, escritas en 2006 en Planeta, Carrillonunca reconoció haber tenido conocimiento de los asesinatos.
Pero el testimonio de Felix Schlayer, cónsul de Noruega en Madrid, lo desmiente. Este diplomático cuenta en un libro titulado “Embajada en el Madrid Rojo”, que en aquellos días de noviembre trataba de interceder ante las autoridades de Madrid para detener las matanzas. “…tenía que recoger al delegado de la Cruz Roja para acudir a la entrevista con la nueva autoridad policial, tal como había quedado convenido entre nosotros. La tal autoridad policial se llamaba Santiago Carrillo, con el que tuvimos una conversación muy larga”. Schlayer relata que trasmitió a Carrillo los detalles de los abusos que se estaban cometiendo para cesar la actividad asesina.
Carrillo les contestó que no tenía idea de nada y les prometió que actuaría. “Pero a pesar de todas aquellas falsas promesas, durante aquella noche y al siguiente día, continuaron los transportes de presos que sacaban de las cárceles, sin que Miaja ni Carrillo se vieran obligados a intervenir”, dice Schlayer.
El 12 de noviembre, Carrillo pronunció un discurso en Unión Radio, que fue recogido al día siguiente por el diario la Voz. La Junta de Defensa temía la actividad de la Quinta Columna, es decir, todos aquellos que dentro de Madrid pudieran cooperar con los franquistas. Y dijo: "La quinta columna está camino de ser aplastada, y los restos que de ella que quedan en los entresijos de la vida madrileña están siendo perseguidos y acorralados con arreglo a la ley, con arreglo a todas las disposiciones de justicia precisas, pero, sobre todo, con la energía necesaria para que en ningún momento esa quinta columna pueda alterar los planes del Gobierno legítimo y de la Junta de Defensa".
Pero no era con arreglo a la ley. Justo al día siguiente de su toma de posesión, el 7 de noviembre, comenzó la peor 'saca' de la historia de la Guerra Civil. Miles de prisioneros, principalmente extraídos de la Cárcel Modelo, de San Antón, de Porlier y de Ventas de Madrid, empezaron a ser trasladados al arroyo de San José en Paracuellos de Jarama. Del 7 de noviembre al 4 de diciembre, en menos de un mes, se asesinaron a cerca de 2.500 personas. Sus cuerpos fueron lanzados a fosas comunes. Entre ellos, el del dramaturgo Pedro Muñoz Seca.
Después de muchas discusiones, se ha terminado por aceptar la cifra final de unos 2.400. Procede de Ian Gibson, el hispanista que escribió sobre las matanzas de Paracuellos , y que realizó un exhaustivo trabajo de cotejamiento. Y todos los historiadores apuntan a los miembros del Partido Comunista como principales responsables. El último miembro vivo de aquella Junta de Defensa de Madrid era Santiago Carrillo.
Los crímenes de Carrillo, y  “todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al día 15 de diciembre de 1976”, fueron perdonados en la Ley de Amnistía de 1977, que buscaba la reconciliación de todos los españoles.

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