martes, 7 de junio de 2011

SANTORAL


7 DE JUNIO
BEATA ANA DE SAN BARTOLOMÉ, virgen (1549-1626)
anadelcarmen1n.jpg (13721 bytes)Nació en Almendral de la provincia de Toledo, el 10 de octubre de 1549. Sus padres--Fernando y María--eran muy buenos cristianos y educaron cristianamente a su hija.
Gracias a su autobiografía, que escribió por obediencia, conocemos muchos detalles de su preciosa vida. Toda ella está transida de hechos sencillos y conmovedores en los que se aprecia el influjo que ejerció en su alma la gracia de Dios a la que no solamente no puso obstáculo alguno, sino que supo colaborar para que la obra saliera perfecta.
Cuenta ella misma que desde tan pequeñita que casi no sabía hablar ni entender, ya tenía un gran miedo al pecado y una gran pena por si podía perder la gracia de Dios. "Lloro, dijo en cierta ocasión cuando apenas tenía cinco añitos, porque rengo miedo de pecar y condenarme".
Al igual que la Santa Madre Teresa de Jesús, que la elegirá como su "secretaria y enfermera" nos contará las ricas experiencias místicas que el Señor obró generosamente en su alma. A los diez años quedó huérfana y sus hermanos mayores la encargaron de cuidar ovejas. Lo hacía con gran cariño y entrega. Se cuenta que se le aparecía el Niño Jesús y pasaba ratos deliciosos jugando con él como si tal cosa. Hacía ermitas y altarcillos como los hiciera unos años antes en Ávila Santa Teresa. Después escribirá Ana: "En todas partes se me mostraba el Niño Jesús y parecía que crecía conmigo". Esto le ayudaba a vivir continuamente en la presencia de Dios y a llevar una vida de intensa vida de oración y de sacramentos. Pasaba horas pensando en Dios y ensimismada en alta contemplación.
Cuando cumplió los 21 años, sus hermanos la animaban a que contrajera matrimonio. Ella se resistía ya que decía que se había consagrado al servicio del Señor y que le había consagrado para siempre su virginidad. Pero tanto y con tantas razones la empujaban a formar un hogar que casi estuvo a punto de ceder si es que encontrase un "joven muy santo, muy rico, muy agradable y que la ayudase a servir mejor al Señor". Mientras esto pensaba, se le apareció aquel Niño de hacía años, ahora ya en edad juvenil, mientras le decía al oído: "Yo soy el que tú quieres y conmigo te has de casar" y desapareció.
Desde entonces ya sólo ansió consagrarse del todo al Señor en el estado religioso. Quiso ser carmelita del recién fundado convento de San José por la Madre Teresa de Jesús. Un hermano suyo quiso impedirlo y hasta casi la atravesó con su espada para obstaculizar su ingreso, pero por fin todos cedieron y el 1 de noviembre de 1570 ingresaba en la Orden de la Virgen.
Ana se entregó de lleno a la vida del Noviciado siendo modelo para las mismas profesas. Fue la primera "freila" que recibió la Santa Madre en su Reforma. Santa Teresa se vio obligada a frenar sus ímpetus de mortificación y oración por miedo a que enfermara y le dijo: "Hay que poner las cosas en su punto: cuando a orar, orar, cuando a dormir, dormir.. ." .
La Santa Madre, para probarla en la humildad, hace como que no se da cuenta de las maravillas que el Señor obra en su hija predilecta y la ordena se entregue a los más humildes oficios: portera, cocinera, enfermera y la hace su misma "secretaria" y ella, que apenas sabía leer ni escribir, lo hace de modo maravilloso. Ana será quien reciba su último suspiro en Alba el 4 de octubre de 1582. Ana extenderá el Carmelo en Francia y Flandes. Trabajó siempre mucho por la Iglesia y por la salvación de las almas... Le había dicho al Señor: "Señor, cuando me llevéis, que sea sin ruido". Fue el 7 de junio de 1626 en Amberes.



VENERABLE MATT TALBOT 1856-1925
matttalbotn.jpg (13848 bytes)El Venerable Matt Talbot fue un alcohólico. Volvió bebido de su primer trabajo en un almacén de vinos cuando tenía doce años, después de lo cual pasó muy poco tiempo sobrio. Un día, cuando tenía veintiocho años, encontró a un sacerdote que le hizo prometer que no bebería en tres meses. Aunque no estaba seguro de poder cumplirlo, lo hizo, extendiendo su promesa por periodos mayores, hasta que finalmente la hizo para toda la vida.
Matt Talbot tuvo cuidado de no verse tentado indebidamente a romper su compromiso. Con ese fin, nunca llevaba dinero encima. Matt desarrolló esta práctica poco después de su conversión, tras haberse visto casi superado por el deseo de beber. Fue a una taberna y trató de comprar una bebida, pero nadie quiso servirle. Finalmente se marchó y permaneció en una iglesia cercana hasta que la cerraron.
Durante el resto de su vida, Matt Talbot trabajó duramente, dio la mayor parte de su dinero para obras de caridad, y pasó largas horas en oración y arrepentimiento. De camino a misa, se desplomó y murió de un fallo cardiaco. Tenía sesenta y nueve años. Había mantenido su promesa durante cuarenta y un años.
Librarse de una adicción es un trabajo duro. Requiere determinación, dedicación y una cantidad no pequeña de fe.
Si padeces una adicción del tipo que sea (el tabaco, el alcohol, la gula o las drogas), los santos están ahí para ayudarte. Cuando las tentaciones se recrudecen, pídeles, especialmente al Venerable Matt Talbot, que oren para que recibas la fortaleza que necesitas. Es una petición que los santos nunca podrán rehusar.


SAN PEDRO DE CÓRDOBA Y COMPAÑEROS 851pedrocordoban.jpg (23383 bytes)Después del martirio de san Perfecto, los cristianos cordobeses, que solían vivir en los monasterios de los alrededores de la ciudad, acuden a Córdoba como ansiosos por provocar a las autoridades, queriendo ser mártires, hasta el punto de que san Eulogio, alarmado, trata de moderar sus ímpetus.
La declaración pública de su fe basta para ser condenados a muerte en la capital de Abderramán Il, y así son degollados, ahorcados o empalados, y sus cadáveres se queman para dispersar las cenizas al viento.

Pedro, sacerdote, natural de Astygis, hoy Écija, se especializa en Letras y Sagrada Escritura en las aulas del monasterio de Nuestra Señora de Cuteclara, regidas por el abad Frugelo.
Igualmente el diácono San Walabonso, nacido en Lípula, nombre tan recordado hoy desde Peñaflor a Niebla, y que era hermano de Santa María, la que pronto también padecerá martirio con Santa Flora.
Ambos son degollados por la fe de Cristo, el domingo 7 de junio del año 851, en la persecución de Abderramán II.
Dos jóvenes: San Wistremundo, de Écija, y San Sabiniano, de Froviano, religiosos de gran prestigio de virtud en el monasterio de San Zoilo de Armelata.
Y dos veteranos: San Habencio, de Córdoba, monje precarmelitano, de austerísima clausura en la abadía de San Cristóbal, al sur de la ciudad, pasado el Guadalquivir; y San Jeremías, de Córdoba, que ya en edad madura había renunciado a sus muchas riquezas para entregarse a la más dura observancia en el monasterio Tabanense fundado por él mismo

Isaac, del cenobio de Tábanos, que había sido notario y conocía muy bien la lengua árabe, y de su tío paterno Jeremías, «santo anciano» que ya en la vejez renunció a sus riquezas para edificar aquel monasterio y vivir allí entregado a la contemplación y al estudio.
Y también del joven Sancho, que procedía de la ciudad de Albi, antiguo prisionero «liberto y alistado en el ejército del emir, y comensal en el palacio de éste».
San Eulogio nos da escueta noticia de todos ellos para que sus nombres no se pierdan, y hoy, más de un milenio después, podamos recordar su pasión terrible y afirmativa, de quienes llaman con violencia a las puertas de la muerte gritando la verdad que los hará inmortales.

Otros Santos: Walbonso de Niebla, mártir; Wistremundo, Abencio, Jeremías y Sabiniano y Vistremundo, monjes y mártires; Beata María Teresa Soubirán, virgen; Pablo y Antonio María, obispos; Licarión y Pedro, presbítero: Roberto, abad:

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