jueves, 5 de mayo de 2011

CADA DÍA UNA FABULA HOY: EL ÁGUILA Y LA ZORRA

Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso reforzaría su amistad. Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol. 
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regozijaron con un banquete.
Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños.
¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? 
Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lejos a su ahora enemiga.
Mas no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su nido. Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo. Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.

Moraleja:
Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo.
Reflexión de actualidad:
Cuando dos personas se comprometen a mantenerse unidas en cualquier clase de actividad, es muy despreciable si una de ellas se vale de la ausencia o descuido de la otra para traicionar el compromiso adquirido.
Existe una vieja comparación o parábola que dice que vivimos entre montañas con gran poder de eco, y que todo lo que sale de nosotros, nos regresa y aumentado.  
Si de nosotros sale el mal, nos retorna el mal y peor. Si de nosotros sale el bien, nos retorna el bien y mucho mejor. Por eso debemos siempre dar el bien para recibir más bienes, y no dar el mal, porque el mal, al retornar aún más grande, nos caerá encima, y nos dañará irremediablemente, sin derecho a lamentarnos.


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